Se llama Victorino Mayoral, diputado socialista por la circunscripción de Cáceres. Se ha convertido en el portaestandarte del laicismo en España, es decir, aquello que provoca hemorragias de placer en el presidente Zapatero. Los laicistas son muy divertidos: por una parte aseguran que la Iglesia no influye nada en España (Mayoral, por ejemplo, llegó a escribir, en un documento que servirá de base a la nueva Asignatura Educación para la Ciudadanía, que más o menos sustituirá a la religión en las escuelas, que la palabra Dios ya no le dice nada a la mayoría de los españoles). Pero, inmediatamente, Mayoral pone verde a la Iglesia, a los curas, a los católicos integristas todos ellos salvo los afiliados a Cristianos por el Socialismo- y la cuestión eclesial no se les cae de los labios durante todo el día. Lo cual no tiene mucho sentido, porque si la Iglesia es una filfa y los creyentes unos pobres ignorantes dados a la irracionalidad, ¿por qué preguntarse tanto de ella?

Pues bien, don Victorino ha dicho que En España no ha habido ninguna ofensa contra la religión. Lo que hay es un problema de anticlericalismo residual. El relacionar las viñetas de Mahoma con ataques a la religión católica no es más que un modo de llamar la atención y de arremeter contra la laicidad. O séase, verbigracia, que el sacerdote italiano asesinado pro un adolescente turco en la revuela de las Viñetas, o los nueve campesinos filipinos asesinados por islamistas, o los blasfemias en espectáculos patrocinados con dinero público en España, o en la televisión de Polanco, no son más que un modo de los curas para llamar la atención y meterse con la laicidad. Y es que algunos, con tal de atacar a los demócratas son capaces hasta de pedir que les peguen un tiro, o de pasear al cretino de Javier Krahe cocinando crucifijos. Cómo son estos cristianos, señor, señor.

En artículo de El Plural, se complementa con declararon de otro hombre ecuánime, como Victorino, el vicepresidente de la Asociación pro Derechos humanos de España, Luis Acebal. Para quien la actitud de la iglesia debe ser evangélica: En el Vaticano hay una doctrina que se llama Evangelio muy buena, la precisión-, que no mide las ofensas por kilos como el terrorismo cuenta los muertos. La Iglesia debe seguir el Evangelio y perdonar. Eso es, se debe seguir el Evangelio y poner la otra mejilla, e igualmente debe seguir al Evangelio, y hacer una cuerda de azote para fustigar unos cuantos latigazos a aquellos que ofenden a Dios y encima blasonan de ello, como a los mercaderes del templo. La Iglesia debe perdonar setenta veces siete, y también llamar hipócrita a los nuevos fariseos, es decir, los que controlan la información y la cultura, y raposa a los reyezuelos tipo Herodes que controlan el poder, como, por ejemplo, don Victorino y su mentor, el ilustre socialista y rector de la universidad Carlos III, don Gregorio Peces-Barba. Todas esas actitudes son de lo más evangélicas, y Luis Acebal demuestra, asimismo, una maravillosa ecuanimidad: ni una palabra de crítica, ni la menor reticencia hacia el verdugo, mientras se exige, sumisión, silencio y perdón a la víctima.

Reparen en que Mayoral o Acebal, imagen de la progresía que nos gobierna, no aluden a los excesos de quienes injurian a los cristianos o simplemente les asesinan: no, eso son expresiones democráticas que el integrismo cristiano no debe utilizar de forma espuria para criticar al buen laicista. Por el contrario, la Iglesia no debe levantar la voz Acebal dixit- sino callar y aguantarse, que eso es lo evangélico, si ustedes me entienden. Es lo que Zapatero llamaría, ponerse en lugar del otro.

Eulogio López