Las mujeres de los mineros gritan en la tribuna del Congreso. Quieren que se mantengan unas ayudas estériles para un negocio ruinoso que no podría sobrevivir sin ayudas públicas.

Y lo más grave es que sus esposos se aprovechan, pero poco, del dinero de todos los españoles. Los empresarios que les utilizan como ariete de protesta y algarada son los que más se benefician de ese dinero.

Y los sindicalistas Méndez y Toxo (en la imagen), esos que no quieren decir lo que ganan y que también viven de la subvención, es decir, del dinero de los demás, les azuzan contra el Gobierno.

También se benefician los indignados, cuya profesión consiste en pescar en río revuelto, y antisistemas dispuestos a aprovechar la menor oportunidad para hacerse ver y romperle la crisma a algún policía al que han quitado la paga extra de Navidad.

Patronal, sindicatos e indignados, se aprovechan del dolor minero.

Estos tres grupos de miserables instan a los mineros a que no se cierren las minas. Ojo al dato: no quieren negociar la creación de nuevos negocios, sino mantener el ruinoso negocio de las minas, que sólo puede sobrevivir con subvenciones públicas. En definitiva, lo que pretenden es aprovecharse pecuniaria o políticamente de ellos.

Segundo negocio basado en las subvenciones: las preferentes. Sí, también porque se trata de un producto financiero, es decir, de una inversión en la que alguien arriesgó a cambio de mayor rentabilidad. Ahora pierde y entonces quiere que sus pérdidas se las paguemos entre todos.

Pues lo mismo. Si el banco engañó al suscriptor que le lleven a los tribunales. Ahora bien, se supone que si a alguien se le ofrece un 5, 6 ó 7% de interés donde antes se le ofrecía el 0,1% es porque algo ocurría: ¿No se lo preguntó o no quiso preguntárselo?

En cualquier caso, las preferentes no deberían entrar en el rescate bancario (sí ya sé que no debería haber ningún rescate bancario. Lo que quiero decir es que el Estado debe responder, con el dinero de todos, de los depositantes, no de los inversores.

Tercer ejemplo de economía subvencionada: las renovables. En la energía termosolar no hay duda. Como ayer recordábamos, es una vergüenza que todos los españoles estemos pagando a los milmillonarios Benjumea, Entrecanales, March, Albertos, Florentino, etc. (La Triple A: Abengoa, ACS y Acciona), para que nos suministren una energía carísima e ineficiente.

En la fotovoltaica surgen dudas. A nuestra especialista, Miriam Prat, le llueven las críticas de los pequeños inversores en fotovoltaica. Pues lo siento mucho, pero el dinero de todos no está -no debe estar, porque, de hecho, sí que está- para salvar inversiones apalancadas, de suyo ruinosas. Un negocio debe sostenerse por sí mismo, sin dinero público de apoyo, sin 'el dinero de los demás'.

Por otra parte, la trampa en las huertas solares es que se habla de pequeños inversores. Ciertamente, pero coordinados por grandes inversores. Por ejemplo, los dos grandes empresarios fotovoltaicos son Isolux -el señor Luis Delso, que no pasa apuros a final de mes- y la aún más multimillonaria familia Entrecanales (Acciona).

Insisto: la subvención significa no sólo una distorsión del libre mercado sino un atentado contra la justicia porque hace que todos paguen a algunos sus pérdidas, latentes o explícitas. Un negocio debe sostenerse por sí sólo, y las excepciones a esta regla general, que las hay, no pueden ser más que eso: excepciones.

Reducir el déficit público no consiste en reducir funcionarios, ni tan siquiera políticos, ni gastos sociales, aunque todo eso ayuda. Consiste en reducir, sobre todo, subvenciones públicas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com