La vicepresidenta económica reinventa de este modo los coeficientes de inversión, hoy suprimidos. A cambio de unas ayudas públicas para su reflotamiento, las entidades tendrán que aportar 10.000 millones de euros, mientras el Estado aportará otro tanto. Naturalmente, será el Gobierno quien decida cómo se remunera esa cantidad y, sobre todo, en qué se emplea. Puestos en ese plan: ¿no sería mejor nacionalizar la banca?

La vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, se convertía en la estrella informativa del miércoles 8 de julio, tras aclarar cómo se financiará la nueva originalidad Zapatero: el Fondo de Economía Sostenible. De entrada: el fondo se constituirá con 10.000 millones de euros aportados por el Estado mientras que bancos y cajas tendrán que aportar otro tanto, cambio de dinero público que recibirán para su saneamiento. O que ya están recibiendo si quieren contar las inyecciones de liquidez a tipos bajos del BCE, aunque este dinero esté sirviendo, principalmente, para financiar el Estado porque los bancos lo utilizan, no para dar crédito a familias y empresas sino para comprar deuda del Estado.

El Estado apostará otros 10.000 millones y decidirá en qué sectores o empresas se invierte la totalidad del dinero y cómo se remunera. En el fondo, estamos reinventando los coeficientes de inversión, derogados los autores atrás por considerarlos propios de una economía planificada e intervencionistas. Pero Elena Salgado lo vende mucho mejor: anima -metáfora de obliga- a bancos y cajas a contribuir al fondo para que se produzca una asignación de recursos hacia sectores con futuro.

Todo ello como contrapartida al FROB, aunque no ha quedado claro cuánto se va a gastar el Estado en el FROB. ¿Existen mecanismos en el FROB para evitar la creación de bancos públicos regionales como sostiene el PP? Salgado prefiere no entrar en polémica y afirma que el FROB permitirá un sistema financiero más racional y eficiente. Eso si, con peajes. A saber: la precitada participación en el Fondo Zapatero y, por si fuera poco, la financiación de la colaboración público-privada para la realización de infraestructuras. La cosa parece cada vez más clara: el Gobierno pretende regar a las entidades financieras a cambio de que se conviertan en colaboradores activos del Ejecutivo en sus proyectos. No se nacionaliza la banca, pero se le parece bastante. De hecho, muchos se preguntan si nacionalizar la banca no sería un proceso mucho más sincero. Lo es, claro que también más arriesgado: cuando nacionalizas la banca estás obligado a gestionarla.

En cualquier caso, por si no había quedado claro, Salgado recuerda que el Estado ha inyectado liquidez en el sistema financiero: 19.341 millones del fondo de adquisición de activos financieros y 38.000 millones de los avales de crédito.