El asesinato del jeque Ahmed Yasín, líder espiritual, y político, de Hamas, con misiles lanzados desde helicópteros israelíes, en la mañana del lunes 22, ha rodeado de mechas humeantes el polvorín de Oriente próximo. Es, en verdad, la continuación del 11-M madrileño en Palestina. Hamas ha prometido venganza, no sólo en Israel sino en Estado Unidos. El terrorismo palestino es el más peligroso de todos, entre otras cosas, porque la miseria y la desesperación de ese pueblo es de tal calibre que no tienen nada que perder. Ni tan siquiera Ben Laden dispone de todos los terroristas suicidas que desearía. El caso de Mohamed Atta y los suyos no deja de ser ser un caso aislado, aunque pavoroso, dentro del terrorismo internacional. El instinto de conservación sigue imperando hasta en un mundo tan violento como este.  El terrorismo suicida es casi imposible de detener, salvo con un proceso de paz que el presidente israelí Ariel Sharon se niega a poner en práctica.

Así que entre Iraq, Israel y los atentados en Occidente, el mundo entra en un periodo realmente peligroso. Sharon ha conseguido relanzar el terrorismo suicida en todo el mundo. Esto es el verdadero peligro.