El caso de ébola registrado en Madrid ha servido -esto es España- para que la primera petición sea pedir la dimisión de la ministra Ana Mato. Por nosotros encantados. En lugar de defender la vida, esa ministra se ha dedicado a la violencia de género, es decir, a la minoría exagerada de mujeres maltratadas frente a la gran mayoría de mujeres madres y no maltratadas... que sí precisan ayuda.

Además, las peticiones de dimisión son interesadas. Por ejemplo, las de asociaciones de la sanidad pública, que luchan por mantener su puesto de trabajo seguro y poco les importa lo demás.  En cualquier caso, las imágenes pitorreantes que publicamos demuestran que, en efecto, Ana Mato no ha estado muy fina.

Ahora bien, es cierto que entre profesionales sanitarios más ecuánimes, se criticó desde el comienzo el traslado de tres misioneros (dos sacerdotes y una religiosa) a España. No hablo del médico-diputado Gaspar Llamazares a quien lo único que le interesaba era arremeter contra los enfermos por su condición de religiosos.

Ahora bien, es cierto que algunos de los mejores especialistas españoles en virología, mucho más ecuánimes en sus juicios, advirtieron que mejor, aunque más costoso, hubiese sido enviar equipos médicos al Golfo de África que traer a los infectados a España. Sencillamente, el primer 'protocolo' de actuación ante una infección contagiosa es actuar sobre el terreno para controlar el virus allá donde ha surgido.

Hispanidad

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