Decíamos ayer, que el presidente del Banco Central Europeo (BEC), Mario Draghi (en la imagen), ha abierto la manguera, aún más, y que, como buen monetarista, piensa reactivar la economía de la eurozona creando dinero. Como los mercados financieros funcionan como rebaños, todos estamos muy contentos, especialmente los especuladores bursátiles los más beneficiados por las medidas de Fráncfort.

Si no se crea empleo, pones en funcionamiento la máquina de hacer dinero... y sigue sin crearse empleo pero los rentistas se forran y la imagen pública es que todo se reactiva, cuando lo cierto es que se cumple la ley primera de la economía actual: la bolsa se recupera pero el empleo no. O lo que es lo mismo: la economía financista provoca que los mercados financieros sobrevivan a costa de la economía real.

Pero la medida más comentada de las decisiones de Draghi es la inyección de 400.000 millones de euros (es decir, el 40% del PIB español) para forzar a los bancos a que den crédito.

Al parecer, Draghi olvida que el negocio bancario ha dejado de ser negocio y que si un banco no ofrece préstamos es porque, aunque niega la seguridad razonable de que los va a cobrar, la ganancia será tan mínima como arriesgada. El negocio bancario tradicional, coger dinero con una mano para prestarlo con la otra, está en caída libre. Ahora mismo, las pocas entidades que quieren jugar a banca doméstica -la mejor de todas- saben que lo importante es la domiciliación de nóminas, ojo, no para ofrecer crédito con el dinero del pasivo, sino para ofrecer comisiones a sus clientes por la vía de fondos de inversión, seguros de vida, de coche, o asesoría en la inversión directa en bolsa.

Por tanto, Draghi puede poner a disposición de la banca toda la liquidez que quiera, que si el banquero no ve negocio en prestar -sobre todo a familias, profesionales y pymes...- pues no lo hará.

Eulogio López

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