El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi (en la imagen), ha decidido mantener el precio oficial del dinero en el 0,25% sin reducirlo al 0%. El 0,25% ya es un mínimo histórico.

Eso es lo que le pedían los políticos y los especuladores. Los políticos para poder seguir emitiendo deuda a bajos precios, ya se sabe que con eso aumentan su poder y ya pagará las consecuencias la siguiente generación. Y los especuladores del mercado que quieren dinero barato con que financiar sus operaciones.

Pero es que con dinero barato ni se crea riqueza ni se crea empleo. Eso es un espejismo que actúa bajo la fórmula pan para hoy y hambre para mañana. Llevamos 50 años pidiendo empleo barato, aumentando el océano de liquidez que nos ha llevado a la crisis y hemos conseguido una economía financista que es la que nos ha llevado a la crisis más letal de la historia. Crisis que, dicho sea de paso, lleva en sus genes el capitalismo financiero (no confundir con el liberalismo, que es otra cosa).

Para crear empleo no se necesita dinero barato sino pocos impuestos y mucha libertad
La riqueza y el empleo se crean con iniciativas empresariales, sobre todo pequeñas, y éstas no necesitan dinero barato -no siempre hay que trabajar a crédito, ¿verdad- sino impuestos bajos y las menores trabas burocráticas posibles. Es decir, para crear empleo se necesitan pocos impuestos y mucha libertad.   

¿A quién perjudican los tipos bajos A los bancos ciertamente: cuanto más bajos estén los tipos menos margen. A los precitados especuladores, que financian sus operaciones con dinero barato (de hecho tras la decisión de Draghi las bolsas bajaron). Perjudican también las exportaciones europeas, con un euro apreciándose frente al dólar y beneficia a los importadores. Ahora bien, eso se debe a que los norteamericanos son mucho más financistas aún que los europeos y la Reserva Federal regala el dinero y compra activos financieros en el mercado, en mayor cantidad que el BCE.

Pero, en cualquier caso, los tipos anormalmente bajos son los que nos han llevado a la crisis.

Fabricar dinero no es sinónimo de bonanza económica. O mejor dicho, es bonanza económica para los rentistas, que no para empresarios y trabajadores.

De hecho, toda esta presión sobre los bancos centrales desaparecería si volviéramos al patrón oro... del que nunca debimos salir. Nos llevó, de forma directa, a la especulación financiera, el pecado social de nuestro tiempo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com