El frío invierno de 2010 ha relegado el catastrofismo gorista

 

En el invierno más frío y lluvioso de los últimos lustros, en el hemisferio norte, el apóstol del calentamiento global, el ex vicepresidente norteamericano Al Gore, ha desaparecido de escena. A lo peor anda predicando el verano austral, pero lo cierto es que ha desaparecido, al menos en Europa.

Y es que cuando la gente anda aterida no la debes hablar de calentón telúrico; cuando el personal anda empapado, achicando aguas de sus garajes, no le agrada que le menciones el pavoroso peligro de la sequía recurrente y permanente, por muchos argumentos científicos que le ofrezcan. Y si encima los tales argumentos tienen poco de científicos y a veces poco de argumentos, entonces lo mejor es hacer mutis por el foro.

Con estos inviernos prolongados no hay manera de hacer negocio, mister Gore.