Sr. Director:
Esto es lo que necesitamos para estar centrados y no dispersos. La intimidad propia de la familia es la que centra al hombre. En ella potencia su humanidad, la enriquece, la equilibra, le añade densidad.

 

Con frecuencia oímos en la calle y en los medios de comunicación: ¡este mundo está revuelto! Hoy, una nueva víctima mortal, una joven mujer apuñalada por su ex marido, sexo, eutanasia, aborto, la crisis, el futuro de nuestros jóvenes, el fracaso escolar muchas, muchas noticias negativas.

Cierto, que los poderes políticos tienen la mayor parte de culpa de todos estos problemas, ¿pero nosotros, las familias, qué hacemos? Sobre todo en el ambiente delictivo y destructivo que encontramos en la calle, sí que podemos hacer algo. Somos los padres de familia los que tenemos que empezar por crear un ambiente de hogar donde haya paz y convivencia. Una familia que se respeta, que educa en libertad que no libertinaje, es más probable que esos hijos, el día de mañana no cometan esas barbaries.

Familia, raíces, es lo que necesitamos y se construiría una juventud con valores. Los seres humanos se edifican a sí mismos y crecen en el interior cuando se les apoya y corrige con el testimonio.

¡Vale la pena!, esforzarnos, los padres, las familias, por dar buen ejemplo, y casi sin darnos cuenta estaríamos inculcando la paz, la justicia y la caridad que a muchos nos falta, y que todos deseamos. Sobre todo tener más comprensión, más paciencia que viene de paz y ciencia, y sobre todo no desear a los demás lo que no queremos para nosotros.

Alguien dijo: Cuando consigas arreglar al hombre, habrás arreglado al mundo.

Elena Baeza