¿Dónde estaba Dios el 18 de julio de 1936?- exhaló el padre José Bono el 18 de Julio de 2006. También podía haber preguntad ¿Dónde estaba Francisco Hernando alias El Pocero el 18 de julio de 1936? O mismamente ¿Dónde estaba Bono cuando su Gobierno ignoró el informe jurídico que desaconsejaba que El Pocero edificara tropecientas mil viviendas en un secarral ubicado a treinta kilómetros de Madrid capital? ¿Quizás estaba sentado en el sillón presidencial?

Como cristianos, Don José Bono merece todo nuestro respeto. Todo el mundo sabe que abundan los creyentes no practicantes, pero con el padre Bono hemos descubierto una nueva categoría: los practicantes no creyentes. Sin ir más lejos, la televisión pública rozó el clímax en sus telediarios del pasado martes 18 de julio, tras citar la marmórea frase de Bono y recordar que antes había sido pronunciada por Benedicto XVI en el campo de exterminio de Auschwich. Se superpuso una bella imagen de José Bono a punto de entrar en la catedral de Toledo, donde era recibido por el cardenal Cañizares. No sé si cogen la ligazón, el ex ministro socialista Bono se identificaba nada menos que con el pontífice y con el obispo primado. Y todo ello para demostrar dónde estaba Satanás el 18 de julio de 1936: dando un golpe de Estado en España.

Si nos centramos en la Eucaristía, encarnación de Dios eterno, Dios estaba siendo profanado llevaba siendo profanado durante cinco años de República- en muchos sagrarios españoles y los miembros de su cuerpo místico torturados y encarcelados por militantes socialistas y comunistas, predecesores de Don José Bono.

Por lo demás, la frase de Benedicto XVI es un ejercicio de infancia espiritual, propia del amante sensible que exige al amado responsabilidad por no haber evitado una masacre. La diferencia es que Benedicto XVI conoce perfectamente la respuesta a su pregunta: Dios permitió Auschwitz por lo mismo que permitió las matanzas de uno y otro bando durante la sangrienta República, Guerra Civil y Posguerra españolas: porque ha creado hombres libres, mucho más libres, con mucha más libertad que el pocero para construir y que Bono para aprobar promociones inmobiliarias. Y quizás esta libertad de Don José permite comprender por qué todavía no nos han explicado las causas de su cese como ministro de Defensa. Lo cual no es que me moleste mucho, mientras el Gobierno Zapatero no utilice a Bono como ejemplo de su profundo respeto a la Iglesia. Sería demasiado.

Eulogio López