El director de El Mundo acusa a Iñaki Urdangarín de no tener juicio. Zapatero colabora: le traspasa a Rajoy el embolado mientras su Fiscalía deja al Duque de Palma en indefensión. Y el declinante Bono se sube al carro de quienes piden la "III República". El bloque republicano ya une a PSOE, IU y nacionalistas

A ver si nos entendemos, el derrotado socialismo busca una cara y un nuevo rumbo que no puede pasar por más de lo mismo -Rubalcaba-. Sin embargo, por un asalto a la III República sí. Y a ese proyecto ayudarían tanto Izquierda Unida, en cuyo cuerpo doctrinal la república resulta un apartado fundamental y diversos nacionalismos, sobre todo el catalán de ERC, que siempre ha postulado por esa vía. No, eso no es lo que desean ni Pedro J. Ramírez, cuyo objetivo principal consiste en tirar ministros y demás poderosos desde las páginas de la prensa para demostrar su poderío y ni a doña Letizia, que lo que quiere es ascender al Trono a la mayor brevedad posible: se ha cansado de esperar.

Bien está que todos los españoles sean iguales ante la ley y que Iñaki Urdangarín, esposo de la hija del Rey, doña Cristina de Borbón, deba responder de sus actos como cualquier otro ciudadano.



Podría hacerlo ante las cámaras, pero eso resulta complejo. Podría hacerlo ante los tribunales, siempre que la Fiscalía, la misma que ha llevado a su socio al banquillo en el caso Palma Arena, diera el paso que, incomprensiblemente no da: encausarle.



De cualquier forma, el caso Urdangarín empieza a parecer la caza del hombre y, no sólo eso: está forjando una curiosa alianza pro-Tercera República entre extraños compañeros de cama con un propósito común: conseguir la abdicación de Juan Carlos I.



Ahora bien, no todos los conjurados buscan lo mismo. Por una parte, están el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, arrinconado por los italianos de Rizzoli tras el nombramiento de Antonio Fernández-Galiano como presidente ejecutivo, intenta saldar cuentas con Su Majestad, quien no le ha apoyado en su lucha con el grupo RCS. Victoria Prego lanzaba el domingo un feroz artículo desde El Mundo -"Cañonazo a la Corona"- y el propio Pedro José Ramírez cerraba el círculo poniendo en solfa, en la Cadena COPE, mañana del lunes, la sanidad mental de Urdangarín: "El Comunicado (de Urdangarín) revela la falta de juicio del Duque de Palma". Unas declaraciones durísimas en el momento más duro (ver el conjunto), cuando hasta el mismo abogado de Urdangarín ha manifestado que éste se siente enfadado con la actitud de Zarzuela.



En este primer grupo de conjurados, el otro actor principal de la trama es la futura Reina de España, doña Letizia Ortiz Rocasolano, princesa de Asturias, el principal aliado de Ramírez en el intento por forzar la abdicación del Rey y el traspaso de poderes a su esposo, SAR Felipe de Borbón.



Lleva mucho tiempo intentándolo pero lo cierto es que Juan Carlos I ni se lo ha planteado: no está dispuesto a ser arrinconado en vida. Dicho de otra forma, como ya hemos informado, el principal problema del Rey de España no es Urdangarín, sino doña Letizia. Y SM la Reina, doña Sofía, ya ha dejado claro que no está con doña Letizia sino con su hija Cristina.



Ahora bien, como ocurre en todo tipo de conjuras, los conspiradores juegan el papel de aprendices de brujo: saben cómo empieza pero no cómo termina.



El lunes 12 de diciembre -tras el acueducto de la semana anterior- se han despertado los demonios dormidos. Porque Ramírez y doña Letizia se han topado con aliados donde probablemente no los buscaban. El aún presidente del Congreso, José Bono, con pocas esperanzas de liderar el PSOE y condenado al ostracismo político tras la bofetada que le arreara Felipe González, se ha lanzado al ruedo de quienes abogan por la III República, donde Bono cree que podría jugar su papel. Ojo al dato, que entramos en el terreno escatológico: No le gusta el orín del enfermo.



En cualquier caso, el presidente del Gobierno saliente, Rodríguez Zapatero, ya ha puesto su granito de arena: como el mismo rostro pétreo con el que asegura que el saneamiento bancario no les ha costado ni un céntimo a los españoles, no mueve un dedo, a pesar de la petición de muchos monárquicos, para que la Fiscalía encause a Urdangarín.



Mientras la guerra civil en Zarzuela provoca episodios tan chuscos como los de los comunicados y contra comunicados de la pasada semana, así como las declaraciones del nuevo jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno -asimismo durante la mañana del lunes- apartando una vez más a Urdangarín de los actos de la Familia Real. Digo una vez más, porque la decisión ya estaba tomada desde el momento en que surgió el escándalo.





Entre unos y otros se está poniendo en solfa una institución, la Monarquía, que en ciclo largo, cuenta con 1.300 años de historia.





Eulogio López

eulogio@hispanidad.com