González Pons, portavoz del Partido Popular, ese hombre al que todos le compraríamos un coche usado, ha asegurado, en referencia a Ricardo Costa, que no se cesa a una persona, sino a un cargo.

Sutilísima distinción que los humanos no entendemos pero que seguramente tiene su explicación, vaya que sí.

Igual de buena ha sido la actuación del tiralevitas Gallardón en el desfile militar del 12 de octubre. Según el alcalde de Madrid, el público no debería haber abucheado a Zapatero porque la parada militar era un acto de Estado. Otra sutileza que se nos escapa a las mentes simples, que, en nuestra ignorancia, nos atenemos a la vieja máxima rural: Dios dio al hombre la palabra para ocular los pensamientos.

Porque, claro está, los políticos, especialmente los ministros, son un Bien de Estado, ergo todo acto en el que participe un ministro, es un acto de Estado y el público no tiene derecho a mostrar su disconformidad. Y lo mismo puede decirse de diputados, senadores, autonomías, ayuntamientos, tribunales... todo es Estado. Vamos, que según la doctrina Gallardón, deberíamos tener la boca cerrada en aras de la estabilidad política.

Y recuerden: aquí no se cesa a nadie, sólo al cargo.

Eulogio López

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