Se lo decía un periodista madrileño a otro catalán: "Vosotros os quedáis con Disney y nosotros con las putas". A lo que el catalán, echándole seny, respondió: "Putas hay en todos los sitios".

Mejor el Barcelona World que el Eurovegas madrileño. En Barcelona, Enrique Bañuelos, un hombre que quebró y volvió a empezar, como en Estados Unidos, donde siempre se admite una segunda oportunidad, y otro de esos banqueros creativos, aún queda alguno, como Isidro Fainé, se han puesto de acuerdo para ganar ellos y que ganemos todos. Barcelona World ofrece parques temáticos en Tarragona, Costa Dorada, frente a Sheldon Adelson que montará Casinos en Madrid. Entre el ocio Disney –que sólo es hortera- y Las Vegas, que sólo es vicio, me quedo con lo cursi. Pero tampoco siento un entusiasmo maravilloso por ninguno de los dos.

Por otra parte, Eurovegas es un globo hinchado. Los madrileños pueden creer que van a vivir de él pero lo cierto es que es Adelson quien va a vivir a costa de los madrileños.

Ambos anuncios se hacen públicos en víspera de la Diada independentista del próximo martes 11. Esta es la historia del catalanismo actual. Un amigo catalán, me asegura que la gente está asustada. ¿Qué gente? Pues esos catalanes que para sentirse catalanes no necesitan marcar distancias con España. Es decir, la mayoría silenciosa.

Sinceramente, no veo por qué. Una Cataluña independiente no es sino la ensoñación de quien ha sustituido sus principios por sus manías, es decir, su ideario por su identidad. Insisto en que me caen bien los catalanes, son gente sensata. Ocurre que son unos sentimentales, y ahora el sentimiento es soberanista, aunque no se sepa muy bien por qué. Hemos llegado al punto de no retorno con España, claman los sentimentales catalanes. ¿Y eso qué quiere decir? Sinceramente, a los nacionalistas catalanes no hay que hacerles mucho caso. Sobre todo, porque eso es lo que buscan. En la Diada se harán unas cuantas manifestaciones de independencia y el día 12 los catalanes seguirán en España, intentando salir de la crisis. Ya se sabe que el sentimentalismo es el mejor camino hacia la frustración. ¿Diada independentista? Tranquilos: mucho ruido y pocas nueces.