Sr. Director:
El conocido y simpático filósofo, matemático y físico teórico Albert Einstein, uno de los personajes mas excéntricos y geniales que ha dado el mundo de la ciencia, dijo, en una ocasión  que el frío no existe, solo es la ausencia de calor.

 

Científicamente, la afirmación es irrebatible. Nosotros sólo somos capaces de medir el calor, más o menos grados, que es fuente de toda energía, y a medida que vamos reduciendo el foco de calor, disminuye la temperatura y sentimos lo que llamamos frío. Einstein, que murió en 1955, no pudo comprobar casi ninguna de sus teorías, porque las técnicas que se disponían entonces eran insuficientes, pero es asombroso ver como casi todas las predicciones que formuló se han ido comprobando a lo largo del tiempo. Casi todas las aplicaciones prácticas que tienen que ver con la creación y control de la energía tienen su origen en sus predicciones.

En cierta ocasión, Einstein dijo también que Dios no juega a los dados. Se oponía así a los que defendían que el Universo había surgido por una casual explosión liberadora de una gran cantidad de energía, ya que, con esa frase, lo que estaba afirmando es que había que buscar los motivos de las casualidades. Ahora, las famosas teorías del caos no son mas que aplicaciones de su pensamiento y tratan de encontrar el orden dentro del desorden. Todo ocurre por algo, y llamamos casualidad cuando no podemos o no sabemos encontrar el origen. Y en estos momentos, los medios de comunicación dan cuenta de que los científicos, en un intento para encontrar ese algo que, según Einstein, origino la explosión de energía que formó el Universo, han construido en Ginebra un acelerador de partículas. Se trata de un túnel circular de 27 Km. de diámetro, por el que circulan las partículas adquiriendo mas velocidad a cada vuelta. Cuando esa velocidad sea suficiente, próxima a la velocidad de la luz (360.000 Km/seg), se provocará una colisión entre dos de ellas que circulen en sentido contrario. Si son ciertos, y seguro que lo son, los cálculos de Einstein, la energía que se liberará será espectacular. Tan espectacular que algunos científicos temen que el aparato no lo resista y esté en peligro toda la ciudad de Ginebra. Yo confío en que lo tengan todo controlado, y, si el experimento funciona, habremos dado un primer paso para producir energía de un modo interminable.

Como verán, me fascina el personaje. La frase completa de Einstein a la que me refería decía que La oscuridad no existe, solo es la ausencia de luz; el frío no existe, sólo es la ausencia de calor; y el mal no existe, sólo es la ausencia de Dios. La frase es, en mi opinión, física y filosóficamente cierta toda ella. Pero estos días, aquí en La Ribera, cuando el frío que sientes al salir a la calle hace que andes apresuradamente para llegar cuanto antes a tu destino y poder cobijarte, que alguien te diga, por muy Einstein que sea, que no corras tanto que el frío no existe, te suena a broma de mal gusto. Y es que, efectivamente, aquí en la Comarca tenemos la suerte de que haga, la mayor parte del año, el suficiente calor como para haber generado una cultura al aire libre, imposible en otras latitudes.

Nuestros pueblos están en llanos, abiertos a todos los vientos, nuestras casas no están acondicionadas para la ausencia de calor, nuestras calles y plazas no ofrecen refugios al frío, y nos encanta pasear y sentarnos en las terrazas al mediodía, a tomar una cerveza. Somos prolíficos en organizar eventos, como se llama ahora, como conciertos y espectáculos en descampados; nuestras fiestas rara vez tienen lugar en locales cerrados, y abundan los pasacalles, los desfiles, las verbenas  y las paellas multitudinarias. Y no es ninguna casualidad que tengamos el dudoso honor de ser la cuna del botellón. Por eso cuando la ausencia de calor nos obliga a ir deprisa a refugiarnos, entramos en el local resoplando y frotándonos las manos, al tiempo que exclamamos hace un frío que pela.

Pero, salvo en el momento de saltar de la cama, y los minutos que pasamos en el baño al levantarnos, lo llevamos bastante bien. A fin de cuentas, estamos en Navidad, y no concebimos estas Fiestas sin que haga una cierta frescoreta. A veces pienso en que hubiera ocurrido si el Niño Jesús, en lugar de nacer en el Hemisferio Norte, lo hubiera hecho en el Sur. Un desastre. Celebraríamos la Navidad con temperaturas de Julio u Agosto. Aunque, a estas alturas, ya nos habríamos acostumbrado, como lo han hecho los sudamericanos, no me negarán que, cuanto menos, resultaría desquiciante. No se que dirían los Sindicatos si tuvieran que cambiar las vacaciones de invierno por las de verano, y viceversa; ni como se las arreglarían las tiendas y grandes superficies cambiando las temporadas, y las rebajas, de verano por las de invierno, con sus hombres-anuncio disfrazados de Papá Noel, sudando a chorros.  

Eso por no hablar de lo que supondría una reunión familiar, o una comida de Navidad, en Julio u Agosto, intercambiando regalos en bañador, y con ganas de acabar para irnos a la playa. No quiero imaginarlo.

En fin, que Einstein tenía razón, el frío sólo es ausencia de calor, y que el Niño Jesús hizo muy bien en nacer donde nació. Sólo me queda desearles suerte, que no llega por casualidad, en el Sorteo de la Lotería de Navidad.

Joaquín Rico Casamitjana