Decíamos ayer... que el ataque político- final contra la Iglesia iba a tener lugar en los tribunales de la mano del muy noble derecho internacional. Pero, al parecer, me equivoqué: yo sospechaba que se trataba de llevar al Vaticano ante al Corte Penal Internacional bajo la acusación de, por ejemplo, homofobia. Pero no. Al parecer, lo de homofobia ya ha entrado en el campo semántica o del ridículo y el Nuevo Orden Mundial (NOM) ha descubierto que lo de pederastia suena mucho peor. Además, la Iglesia nunca puede reconocer una estupidez como la homofobia, que confunde el odio al pecado con el amor al pecador o, lo que es lo mismo, la homosexualidad con el homosexual, éste último digno de todo respeto y hasta de lástima.

Sin embargo, la acusación de pederastia sí tiene algo serio sobre lo que apoyarse. Porque en efecto, resulta un pecado repugnante en el que han incurrido eclesiásticos. Se ha exagerado hasta la náusea, ciertamente, y los acusadores no se mueven por amor a las víctimas sino por odio a la Iglesia, pero lo cierto es que algo hay. Manipulando, exorbitando, mezclando verdad y mentira... pero algo hay, sobre todo porque la Iglesia misma es quien lo ha reconocido y condenado. Sin duda, para golpear al Cristianismo, la pederastia es mucho más útil que la homofobia. Además, no olvidemos que el camino lógico es el de homosexualidad-pederastia-incesto. El NOM defiende el primero y acabará por defender el tercero. Pero el segundo lo sabe socialmente condenado. Por eso lo utiliza para golpear a la Iglesia.

Por otra parte, la pomposa Corte Penal Internacional, al igual que el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, no ha logrado los grados de prestigio más bien lo contrario- que esperaban muchos. Así que la noticia de la Fox debe entenderse correctamente: el NOM (que no es una conspiración sino un consenso, no me cansaré de repetirlo) ya no busca un juicio orondo sino multitud de juicios, en este caso, comenzando con el país de los tribunales No se busca sentar a Cristo y a su Iglesia en el banquillo, sino en multitud de banquillos, repartidos por todo el mundo.

Y lo importante: que el objetivo no sea este cura o aquel obispo, sino el mismísimo Papa, la cabeza de la Iglesia, la pieza más cotizada. No se le puede acusar de pedofilia, claro, pero sí de que no hizo todo lo suficiente para evitarlo, argumento tan equívoco como majadero e interminable porque, en efecto, siempre se puede hacer más, pero inigualable para convertirse cada día en portada de la prensa y de los telediarios.

Un ensayo de 1948, del escritor británico Clive Lewis llevaba ese título: Dios en el banquillo. Lo que recuerda lo que alguien escribió: Como dijo Jesucristo, y en este caso tenía razón.... Además, como a Cristo no se le puede juzgar, debemos conformarnos con juzgar a su Vicario.

Todo lo cual no quita que sobre la pederastia clerical real no caiga el juicio del Dios ahora juzgado: A quien escandalizare a uno de estos pequeñuelos....

Eulogio López

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