La campaña electoral para las elecciones al Parlamento electoral comienza el 9 de mayo, Día de Europa, que, miren por dónde es mi cumpleaños. Me gusta divulgarlo. Y sí, me gusta el proyecto europeo. Lo que no me gusta es cómo se está procesando hoy.

Es verdad que estos comicios europeos son los más importantes de la historia europea. Pero eso no es mucho decir. Simplemente el Parlamento europeo, si no más poder, tendrá más quehacer. Más de sesenta años de historia de un proceso hacia la creación de una unidad supranacional han llenado de contenido a las instituciones europeas... como no podía ser de otro modo. La historia pesa.

Peligros oficiales para estos comicios: que la abstención y los partidos minoritarios rompan el bipartidismo entre los antiguos democristianos y los antiguos socialdemócratas. Sí, digo antiguos porque la derecha del Parlamento europeo, donde se inserta el PP, es cristiana de cintura para arriba, aunque sólo de nombre, y demócrata de cintura para abajo. Por ejemplo, a estas alturas, la derecha europea es casi tan anticlerical y tan abortera como la izquierda.

Pero vamos con los "problemas". Uno sí que lo es: la abstención. Se puede creer en la Unión Europea (UE) o no creer. Pero sí se cree, hay que ir a votar, aunque sea para votar en blanco, porque la abstención deslegitima el proceso. Y no olvidemos que no ese trata de un proceso irreversible. Para entendernos, si en 2017 ó 2018 los británicos votaran salirse de la Unión, la UE se iría freír espárragos. Y lo harán si el proyecto de Unión Europea abandona sus esencias cristianas -es decir, solidarias- y se convierte en lo que se está convirtiendo: en el IV Reich, donde los alemanes y los países centrales y escandinavos, los ricos, utilizan a los del este y al sur para seguir medrando en una Europa donde las diferencias de riqueza y, sobre todo, la desigualdad de oportunidades, se acentúan.

¿Por qué va a ser malo que los partidos que no están de acuerdo con el IV Reich obtengan el 20% de los escaños

Se lo digo de otra forma: si el paro en España sigue siendo del 25% y en Austria del 5% no habrá Unión Europea. Ni de broma.

Y lo mismo puede decirse de la izquierda europea, que ya no es socialdemocracia sino puro progre-capitalismo. El PSOE sólo predica el aborto libre y la homosexualidad... al tiempo que le pide al Banco Central Europeo (BCE) que siga tirando de la manguera. Es decir, que siga salvando los trastos de unos Estados cada vez más poderosos a costa de emitir deuda que nos endeuda a todos y a costa de aumentar el océano de liquidez en el que nos movemos... que es lo que ha provocado la mayor crisis económica de la historia. Contemplar a los socialistas europeos pidiendo más dinero artificial, lo mismo que solicitaban los monetaristas de los años ochenta del pasado siglo, es un espectáculo muy curioso y poco gratificante.

El segundo problema no es tal problema. Ocurre que tanto PP como PSOE insisten en que hay muchos partidos 'frikis', eurófobos, que pueden romper la estabilidad del bipartidismo imperante. Es decir su estabilidad y su poder. En RTVE, fiel seguidora del duopolio político, nos informan de que el peligro está en los pequeños partidos, muchos eurófobos. 400 millones de personas para elegir a 736 escaños (54 españoles). Y predicen, con expresión de espanto, que los euroescépticos podrían obtener el 20% de los escaños: ¡Qué horror!

No sé por qué. Si a un 20% de partidos nos les gusta el IV Reich ni el bipartidismo a lo mejor es porque creen en Europa pero no en la Europa elegida desde Berlín.

La campaña electoral comienza a las cero horas del 9 de mayo. Ojalá el 25 de mayo se haya roto el espantoso bipartidismo entre los dos grandes partidos europeos.

El candidato de Izquierda Unida, Willy Meyer, ofrece un dato interesante: el 73% de las votaciones en el Parlamento europeo durante la última legislatura resulta que el bipartidismo votó conjuntamente en un 73% de los casos. ¿Qué esperaban Los duopolios siempre se convierten en monopolios y el monopolio en pensamiento único. Pensamiento único que no sólo termina con la democracia, sino que acaba por convertirse en pensamiento débil, que es cuando los intereses sustituyen a las ideas.  

Mi consejo es: voten en conciencia a aquella formación que en conciencia les convenza... menos al PSOE o al PP.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com