De esta forma se despachaba el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, preguntado en la mañana del martes por su opinión acerca del diálogo con ETA. Serio, circunspecto, solemne, Caldera contestó que era optimista do sus razones: Desde que accedió a la Secretaría general, el presidente del Gobierno ha antepuesto, siempre, el interés general a cualquier otro consideración, incluidos las cuestione de política electoral (por si alguien no lo había entendido). Caldera, igualmente solemne, aludió al ansia infinita de paz y en ningún y evitó con esmero aludir al hecho de que si el Presidente del Gobierno, o sea, Rodríguez Zapatero, consigue que ETA deje de matar, al precio que sea, pasará a la historia como el pacificador de Euskadi, que es una cuestión de interés particular para continuar en el poder.