En la asamblea extraordinaria de la ONU celebrada en Nueva York, se examinó cómo se están cumpliendo las medidas contraídas en El Cairo, al final de la última Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo.

Las connotaciones se expresan con los acontecimientos: créditos ceñidos a objetivos de descenso demográfico, planes de apoyo que fomentan el uso de anticonceptivos y campañas de castración ejecutadas con artimañas, entre otras.

El 11 de julio de 1987 la población mundial alcanzó la cantidad de 5.000 millones de mortales. A partir de ese día, y a iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas, se festeja el Día Mundial de la Población.

El desarrollo de la población es muy vertiginoso y origina una pequeña intranquilidad entre los expertos. Temen por los recursos útiles; el agua, los suelos de labranza, los comestibles, el cuidado sanitario y educativo y el desgaste del medio ambiente.

En este momento somos más de 6.000 millones de ciudadanos en el mundo y las estimaciones superan los 11.000 millones de mortales para el año 2050.

Sin embargo, el Secretario General de las Naciones Unidas, en la alocución voceada con motivo del Día Mundial de la Población de 1999, el año en el que se alcanzó los 6.000 millones de moradores del planeta, nos rememora que no todo son números:

La población no sólo es cuestión de números. Es una cuestión de seres humanos, una cuestión de individuos, una cuestión de cada uno de nosotros. Se trata de que cada mujer y cada hombre sean capaces de tomar decisiones libres, informadas y en igualdad, incluyendo el tamaño de su familia y el espaciamiento entre sus hijos. Se trata de que cada hombre y cada mujer sean capaces de mantener a los hijos que eligieron tener, de asegurar su bienestar y de darles una vida digna. Se trata de la libertad individual, de los derechos humanos y del desarrollo sostenible para todos.

Por ese motivo, una existencia decorosa pasa por un reparto más equitativo de los caudales del mundo, por la cooperación y la solidaridad y por el respeto a nuestros semejantes.

Agustín de Hipona asevera: Lo que sobra a los ricos es patrimonio de los pobres.

Clemente Ferrer Roselló

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