A la progresía el término Hispanidad le suena mal. Le suena a franquismo, pero seguramente eso no es culpa de la Hispanidad. Es más, el complejo procede del mundo anglosajón, y es tan interesado como el mismo nombre de Latinoamérica, invento de Napoleón III para justificar la conquista francesa de México, de tan ingrato recuerdo.

Sin embargo, en Iberoamérica el término hispano se lleva con orgullo, y cada vez más en Estados Unidos. No obstante, hay un prejuicio histórico que aún no se ha logrado vencer. Se acepta que la colonización anglosajona fue la buena porque forjó la primera potencia mundial, mientras que la española, y portuguesa, fueron las malas porque el nivel de riqueza en Hispanoamérica se queda muy por detrás.

A estas alturas uno no pretende luchar contra lo imposible, es decir, contra la condición de que la riqueza tiene la última palabra y que la prueba del nueve de una colonización es el nivel de vida alcanzado. Así que, dado que no podemos discutir del fin, discutamos los medios. Tampoco vamos a entrar en el hecho de que las colonias inglesas no se limitaron a los Estados Unidos, sino a otros países como India, Pakistán o Bangladesh, por no hablar de la colonización anglo-francesa y holandesa del África de la miseria o del Extremo Oriente de la opresión. Quedémonos con EE.UU, joya del Imperio Británico. La diferencia entre Hispanoamérica y EE.UU, desde el punto de vista estrictamente social y económico consiste en que los ingleses eliminaron a la población nativa, mientras que españoles y portugueses se casaron con ellos y dieron lugar al mestizaje. La población hispanoamericana actual es mestiza, mientras que la norteamericana es inglesa, a lo que luego se añadieron los distintos movimientos migratorios que han ido acompañando el actual paisanaje norteamericano.

Naturalmente, eliminando a la población nativa no vamos a emplear la palabra genocidio porque está muy prostituida- es mucho más fácil mejorar la renta y el nivel de vida que tratando de aupar a una sociedad tecnológicamente inferior y movida, al igual que los indígenas norteamericanos por unos cultos y culturas suicidas. Por decirlo en pocas palabras, resulta mucho más sencillo eliminar al caníbal que convertirlo al cristianismo. Desde un punto de vista economicista, la población inglesa no sólo era mucho más sencilla, sin más eficaz. Es la misma distinción que existe entre una empresa y una familia: resulta mucho más eficaz despedir al trabajador incompetente que expulsar a un hijo tonto, porque es lo que no puede permitirse la familia. Buena prueba de todo esto es que allá donde el colonialismo anglosajón no aplicó su política de tierra quemada (más bien, de gente quemada) el nivel de vida conseguido ha sido muy inferior al de Hispanoamérica. Ejemplo, el África negra.

Lo que ocurre es que el único criterio a seguir en la vida no es el de la eficiencia. Y lo que también ocurre es que la progresía española se guía por los mismos criterios por los que se ha guiado el capitalismo desde su nacimiento, es decir, por la eficiencia.

En definitiva, la Hispanidad es la mayor gloria esperemos que no la única- histórica de España.

Eulogio López