Sr. Director:
Hay muchas maneras de destruir lo que no nos gusta, lo que odiamos, lo que no perdonamos y lo que hemos vivido a través de los años con el corazón lleno de rencor.

 

No siempre hay que recurrir a la violencia física al contrario, con la palabra, con las creaciones literarias o escribiendo la historia de manera falsa y sin objetividad se puede hacer mucho más daño, sobre todo a las generaciones jóvenes que ingenuamente creen todo lo que oyen, leen o ven en teatro, cine y TV. Y a la tele me quiero referir precisamente. Hay una serie que ya dura años, que es el ejemplo más perfecto de cómo mentir, de cómo destrozar unos años que fueron muy duros, pero para las dos partes en que estuvo dividida España.

Me refiero a la serie amar en tiempos revueltos que se emite en TVE que por medio de distintos personajes que van cambiando y contando historias diferentes describen de manera parcial nuestra desgraciada guerra civil. El centro de la novela es un bar de un barrio modesto de Madrid donde el dueño, su hijo y su nuera atienden a los clientes, que son variadísimos. El padre es un señor simpático, agradable, que se pasa continuamente insultando al régimen y a Franco, elogiando la República y cómo no, atacando con dureza a la Iglesia, pero os aseguro que es simpatiquísimo, está perfectamente hecho el personaje. Seguiría escribiendo y tendría para un libro.

Hay un sacerdote joven de una bondad extraordinaria que se separa de la Iglesia porque piensa que está con los ricos, pero él, es el que ayuda a todos porque cree en Jesucristo, pero claro, la Iglesia es en realidad una creación humana que sirve de mal ejemplo para difundir el cristianismo. En la serie se elogia el aborto, el divorcio, la infidelidad y el lesbianismo está latente en la relación de dos mujeres que son básicos en el argumento.

La policía es corrupta al amparo del régimen, hay una falta de libertad absoluta pero, aunque se come y se vive mejor, la República era la perfección y si cometió crímenes, fue por equivocación.

Continuamente en los diálogos se mandan mensajes subliminales para que calen a los televidentes poco a poco. Está bien realizada, aunque a veces no cuidan los detalles, usan frases hechas que son muy posteriores a la época en que se desarrolla la novela y a veces se ven objetos de adornos y cosas que les pasa lo mismo, no son del momento. Yo, estaría de acuerdo con una serie que fuera objetiva en donde hubiera malos y buenos pero en los dos bandos porque así fue la realidad, pero que todos los buenos sean de izquierdas, republicanos, simpáticos, comunistas y ateos y los malos sean del régimen, creyente, antipáticos y mala gente y de derechas me parece como poco una tomadura de pelo. Pero así son los tiempos que corren, son como los describen en la serie y aún peores, porque son revueltos y mentirosos.

Piedad Sánchez de la Fuente