El presidente del Gobierno ha pedido, en sede parlamentaria, nada menos, que los grupos políticos se retraten ante la reforma laboral, cuya necesidad acaba de aceptar por vez primera.

Él se ha adelantado y os ha informado de que no está dispuesto a abaratar el despido. De paso, siguiendo el manual de estilo ha mentido al referirse a las peticiones de la patronal pero eso estaba previsto. La técnica de ZP orador es siempre la misma: entre col y col lechuga, entre mentira y mentira, disparate.

Pero lo importante es que ZP sí se retrató, al menos en este punto: no quiere reducir la indemnización por despido.

Así que servidor aprovecha la presidencial invitación para retratarse: sí, yo soy partidario del despido libre, aunque pagado (en la CEOE responderían que entonces ya no es libre, pero no todo lo que dice la CEOE es cierto). Pagado con unos límites máximos para evitar que una empresa con muchos años de historia se vaya a la ruina por no poder pagar los despidos.

¿Son caros los despidos en España? No especialmente. Los patronos exageran mucho. No, lo malo es que crean una barrera tremenda: los empresarios no contratan sino con salvaguardas, porque echar a un trabajador puede resultar, no sólo oneroso sino también traumático. Conclusión: acuden al contrato temporal, que ese sí provoca traumas en el trabajador.

Soy partidario del despido libre, aunque pagado, porque los empresarios no despiden trabajadores para fastidiar: les despiden cuando no los necesitan o cuando la empresa entra en dificultades. No se puede obligar al empresario a casarse con el trabajador.

Otrosí: las subvenciones, por ejemplo los subsidios de paro, son el instrumento de todos los demócratas con tendencias autoritarias para ganarse la lealtad de voto de los menesterosos. O sea, es un instrumento de la dictadura progresista

Pero es que, además, el problema social de hoy, al menos en España, no es la facilidad para despedir sino la dificultad para trabajar. Insisto (y van...) en que la buena gente no quiere subsidios sino salarios. Y quiere, además, salarios dignos. Algo debemos hacer mal cuando los jóvenes necesitan dos sueldos y ningún hijo hasta situarse en un mercado laboral, pongamos a los 40 años. ¿Cómo tuvieron hijos nuestros padres? ¿Y nuestros abuelos?

Y muy oportuno el ex ministro socialista y actual presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Javier Gómez-Navarro, cuando recuerda que no hay que reducir las cotizaciones por despido sino las cuotas sociales.
Por tanto, la cuestión social, hoy, en España, no radica en blindar los empleos -que sólo perjudica a los más débiles, a los jóvenes- sino cobrar salarios dignos. Con buenos sueldos todo se soluciona y el despido libre no importa. En cualquier caso, apoyo el despido libre porque es la media más justa... del mismo modo que la medida más injusta es pagar salarios de subsistencia. Además, el despido libre tiene otra ventaja: los trabajadores saben que su permanencia en el puesto o su promoción no dependen del miedo de la empresa a no poder prescindir de él al tiempo que valora a cada cual según su rendimiento, algo utilísimo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com