La Unión Europea es el hogar comunitario de millones de mortales que no pueden garantizarse el sustento y el techo al finalizar la jornada.

Más de 70 millones de habitantes gozan una calidad de vida que se encuentra dentro de lo que las autoridades estiman de indigencia. Según la Fundación Robert Schumann, la pobreza está decreciendo, pero no lo bastante. De hecho, señala el estudio, ahora hay alrededor de un 3% menos de indigentes que en 1994.

En la cumbre de Lisboa del año 2.000 se determinó que, en el año 2010, ya no vivirían pobres. Según la citada fundación: "La pobreza es un fenómeno que tiene muchas formas y es difícil de comprender. No cabe ninguna duda de que una familia, con falta de recursos para satisfacer las necesidades básicas como comida, abrigo y calefacción, es indigente".

Según otro informe, divulgado por Eurostat, la diferencia entre los países ricos y los terruños pobres de la Unión Europea es más grande, los ricos son cada vez más opulentos y los pobres cada vez más indigentes. Los que están en el umbral máximo de la miseria son los letones y los polacos. Evelyn, rumana, utiliza por la mañana un sillón por el que reintegra 200 euros al mes. Al atardecer sale a trajinar y otro ocupa su lugar, hasta las siete de la mañana del día siguiente, cuando Evelyn vuelve a ocupar el sofá: "Compartimos la pobreza, esa es la cuestión, somos demasiado pobres y compartimos todo hasta nuestra miseria", afirma.

En el estudio sobre el hambre que la Food and Agriculture Organization ha elaborado, "El Estado de la Inseguridad Alimenticia en el Mundo", su director general, Jacques Diouf, asevera que "comer es un derecho fundamental de la Humanidad. El hambre es una afrenta a la dignidad humana". El desarrollo económico, las inversiones en agricultura, la armonía política, las estructuras rurales, la indagación agrícola, una enseñanza de calidad para los chiquillos en las zonas agrarias y la mejora de la posición de la mujer, son requisitos fundamentales para aumentar el rendimiento agrario y aminorar la hambruna y la pobreza, afirma el estudio.

Lo que sobra a los países opulentos, es patrimonio de los países indigentes.

Clemente Ferrer

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