Sr. Director:

En el fulgurante protagonismo que las mujeres están adquiriendo en nuestra sociedad, destacaría no sólo el hecho de que sean libres para decidir y escribir su propio futuro, sino los frutos que se derivan para todos de esa creciente importancia social, política, familiar y laboral femenina. Porque es evidente que la sociedad estaba necesitando de un mayor protagonismo de la sensibilidad femenina, ya sea en la manera de afrontar un trabajo o un problema social, de trabar relaciones comerciales, o de ofrecer su impronta en pro de una cosmovisión más rica y plural.

Sin embargo, en este progreso en las libertades y el protagonismo de las mujeres, observo con preocupación un hecho dramático. El año 2004 se produjeron casi 85.000 defunciones por aborto, y todo indica, que de no poner remedio pronto llegaremos a las 100.000 anuales. Esto significa no sólo la eliminación ya de casi 1.000.000 de vidas humanas desde que se aprobó la ley de 1985, sino la proliferación de otros cientos de miles de víctimas: las mujeres que fueron abocadas a tomar esa triste decisión por falta de información, de apoyo o de alternativas. Nada se dice del síndrome post-aborto y de las demás secuelas que sufren miles de mujeres, que hoy claman ante quienes no les avisaron de las consecuencias.

La Ministra de Sanidad, Elena Salgado, ya lo ha dich "el aborto debe ser el último recurso". Hoy, por desgracia, es el único. ¿La solución? Programas asistenciales de fuerte carga social como la "Red Madre", que ofrezcan los recursos necesarios para que las mujeres, todas las mujeres, sean libres. No sólo libres para labrarse un brillante futuro profesional, sino también libres para ser madres si así lo deciden. Toda la sociedad ganaría mucho con ello. No en vano, son ellas la primera Seguridad Social.

Agustín Alonso

aalonso@hazteoir.org