La mayoría de los ministros socialistas, comenzando por su presidente, Rodríguez Zapatero, prometían el cargo, en lugar de jurarlo.

Los ministros de Rajoy, por el contrario, han jurado, ante un ejemplar de la Biblia y otro de la Constitución.

La verdad es que los nuevos ministros no sabían dónde colocar la mano, si en la Biblia o en la Constitución.

Y todo esto resulta un poquito ridículo, a ver si nos entendemos: jurar es poner a Dios por testigo del compromiso que emites. Y esto, se jure fidelidad a Dios mismo, a un Rey o a una Constitución. Por tanto, quien no cree en Dios no debe jurar, sino prometer. Es más, tampoco los cristianos debemos jurar, porque ya nos advirtió el Redentor que no debemos jurar: basta con nuestra palabra sincera. Y quien cree en Dios debe ser coherente con sus mandatos: ¿verdad que sí, don Mariano?



En lugar de eso, ¿qué es lo que tenemos? Tenemos la pavada de la poderosa vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría, quien, preguntada sobre la cuestión afirmó que el Gobierno estaba comprometido con la vida y la seguridad de las jóvenes: ¿con qué vida, con la de los no nacidos? ¿Con qué seguridad, con la seguridad para abortar?

Y hablando de coherencia, la plataforma Hazteoir ha aprovechado la primera reunión del Consejo de Ministros del nuevo Gobierno para plantarse en Moncloa y recordarle a Rajoy que su política continúa siendo abortera. La verdad es que estos chicos del Yunque son tan peligrosos por su secretismo para-eclesial como eficientes y oportunos a la hora de defender la vida humana más inocente y más indefensa. Hoy toca aplaudirles.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com