En estos momentos de sufrimiento y de incomprensión tan fuertes que están apenando al Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, el Consejo Diocesano del Presbiterio y el Colegio de Arciprestes de la Archidiócesis de Toledo, reunidos hoy bajo la presidencia del Sr. Cardenal y los Sres. Obispos Auxiliares, deseamos expresar de todo corazón al Santo Padre, recogiendo el sentir de toda la diócesis, nuestro afecto filial más profundo y vivo, nuestra cercanía y apoyo más totales, nuestra adhesión inquebrantable y nuestra plena comunión con el que, como sucesor de San Pedro, nos preside a toda la Iglesia en la caridad y nos confirma en la fe.

La Iglesia que está en Toledo está apenada con nuestro queridísimo Papa Benedicto XVI, al tiempo que le agradece las palabras tan iluminadoras y esperanzadoras que pronunció en la Universidad de Ratisbona. Este agradecimiento se extiende a todo su magisterio y a toda su actuación como Papa, que en estos dos años de su pontificado, nos está ofreciendo un testimonio tan valiente y verdadero del Evangelio de Jesucristo, que anuncia y hace presente que Dios es amor.

Su proclamación y defensa en todo momento de la verdad, que se realiza en el amor, hechas desde la libertad de la misma verdad y en la armonía de la fe y la razón, son signos elocuentes y manifestación diáfana del Dios que es amor. Le agradecernos singularmente su Encíclica Deus Caritas est, que tan amplios horizontes nos ofrece a todos para el encuentro entre los hombres, para la unidad y la paz entre los pueblos, para el diálogo y respeto mutuo entre todas las religiones.

No podemos menos que recordar y agradecer al Papa Benedicto XVI sus grandes esfuerzos en pro de la unidad de los cristianos y el encuentro entre las religiones, y, en concreto, los tendentes al encuentro con los hermanos musulmanes, como les llamó el año pasado en Colonia. Sin olvidar ni omitir sus grandes servicios y entrega en favor de la paz entre las gentes y los pueblos

Junto a nuestro amor fiel y filial, nuestra cercanía y agradecimiento, le acompañamos también con nuestra ferviente e intensa oración, en la que pedimos que el Espíritu Santo le inunde con sus dones, y le dé fortaleza y sabiduría, consuelo y aliento para el bien de la Iglesia y de los hombres, siempre y particularmente en estos momentos de sufrimiento y de cruz fecunda.

Con la gratitud por su enseñanza y testimonio, humildemente nos atrevemos a decirle: ¡Duc in altum! ¡Cómo le necesitamos! ¡Cómo necesitamos la luz de la verdad, que tanto brilla en su persona y ministerio de Pedro! ¡Gracias, muchísimas gracias! Que Dios le pague todos sus desvelos, trabajos de pastor y sus sufrimientos.

Archidiócesis de Toledo

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