Sr. Director:
Tal como era previsible y totalmente en su línea, el presidente del Gobierno decepcionó una vez más en la entrevista emitida por Antena3 el pasado lunes día 20.

No aportó ni sola novedad, solución o argumento que no conociésemos, salvo la referencia, totalmente imprudente e inesperada, opinando  en plan oráculo  que "a la Infanta le irá bien y estar convencido de su inocencia".

La absurda exigencia inicial de la entrevistadora, pretendiendo que el Jefe del Ejecutivo contestara en plan test fue un tremendo error, dado que las cuestiones de Estado, infinitamente complejas, no pueden resolverse con monosílabos.  Otro fallo de planteamiento consistió en el escaso tiempo que se concedió a la cita. Sería muy interesante conocer cómo y con quién se negoció la duración del encuentro, e igualmente si Rajoy conocía con antelación el guión de las preguntas.

En el primer caso es muy posible que no admitiese ni un minuto más sobre lo estipulado, dedicados a explicar sus dos primeros años de legislatura. En cuanto a la segunda cuestión, mejor no opinar y que quede en la etérea nebulosa de la incertidumbre, como diría Zapatero experto en el tema.

Transcurridos los primeros cinco minutos, ya se intuía que Rajoy, perfecta y arrioladamente aconsejado, no asumiría ni un solo compromiso, poniendo especial cuidado en que nada cambie  para que todo siga igual (de mal).

Las expectativas creadas por la cadena de TV, con un público más pendiente del último capítulo de El tiempo entre costuras, no respondieron a la realidad de lo ocurrido. Se intentó motivar el interés de los telespectadores en que Mariano Rajoy, ante los convulsos momentos que estamos viviendo, quebrantaría por una vez su silencio e indolente actitud para contarle a los españoles, algo más de lo que aparece en nuestra Constitución en torno a la unidad de la Nación  y afirmar ridículamente no estar dispuesto a admitir la ruptura del país. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Sobre la pretendida consulta de Arturo Más, no fue suficiente con repetir que no se celebrará. Lo suyo habría sido una explicación pormenorizada para que los ciudadanos conozcan en qué consiste, aportando tranquilidad y no pendientes de los delirios del iluminado presidente de la Generalidad, que permanentemente está aportando argumentos y realizando actividades para que nadie dude sobre la celebración del referéndum el aproximo mes de noviembre. No es de recibo que tanto el Gobierno como los ciudadanos deben seguir tolerando todas estas bravatas y humillaciones. Dichas acciones están deteriorando nuestro prestigio internacionalmente y a nadie se le oculta el daño que proporcionan pensando en la captación de inversores extranjeros.

La entrevistadora, en esta ocasión tampoco estuvo a la altura, actuó con  desgana y cierta impertinencia. Si no le cae bien el presidente es su problema, pero su obligación es preguntar sobre lo que pueda interesar a los españoles. Pretendió lucirse, muy mona ella, pero no dio la talla.  

A Rajoy, eso de "adelantar acontecimientos" le causa ictericia,  cuando Arturo Mas ya ha decidido y comunicado con un año de antelación el derecho a decidir de los catalanes a través del referéndum. Llevamos tres años recibiendo insultos y descalificaciones de todo tipo por parte de los consejeros de la Generalidad, algo que soluciona nuestro Gobierno enviando los fondos que sean necesarios para que puedan cobrar puntualmente sus sueldos los funcionarios de las embajadas y liquidar las deudas contraídas con proveedores.

Sí sorprendió, y quizá más de lo debido, la rotundidad con la que contestó el presidente en torno a la inocencia de la Infanta Cristina, hasta el grado de asegurar "que le irá bien". Tremenda metedura de pata el pronunciarse sobre una cuestión que está sub iudice, cuando el propio Rajoy repite hasta la saciedad su gran respeto a las decisiones judiciales, y ahora, como remate, se está cuestionando de qué forma debe recorrer la Infanta el tramo existente hasta la entrada a la Audiencia de Palma para declarar ante el juez: ¿por su propio pie, ¿en vehículo cerrado Las posturas están encontradas entre los partidarios de que no sea sometida  a la pena del "paseíllo" y otros que defienden reciba el mismo tratamiento que cualquier ciudadano. No obstante, existe una tercera corriente que recomienda lo haga bajo palio, con velo, mantilla y rosario en las manos…Ya veremos...

Decantarse por el estricto cumplimiento de la Doctrina Parot, cuando todos sabemos que no se ha actuado así en otros países, como en Inglaterra por ejemplo, no ha convencido en absoluto. Algo similar a lo sucedido con la excarcelación de Bolinaga, o la repugnante foto de los presos etarras excarcelados con incomprensible celeridad. En cuanto al paro, aborto, Bárcenas, etc. más de lo mismo, ambigüedad sobre ambigüedad. 

Las declaraciones de Rajoy fueron de una mediocridad decepcionante. Su prestigio y expectativas de voto en función de las encuestas, continúan bajando producto de sus continuos errores, y todo ello teniendo en cuenta que el PSOE sigue en fase de descomposición. Ni queriendo se puede hacer peor.

Posiblemente Rajoy ya habría cambiado a alguno de sus ministros actuales, pero eso supondría tanto como reconocer el haberse equivocado, todo un imperdonable signo de debilidad que no entra en los cálculos de Arriola. Nadie entiende ni comparte que pinta en el Gobierno el parche de Ana Mato en Sanidad, a la que ni siquiera le permiten participar en el debate sobre el aborto.

Mire don Mariano: si usted quiere conocer lo que ocurre en la calle, salga un día disfrazado a dar un paseo por Madrid, y para regresar, tome un taxi e inicie un diálogo con el conductor, y como  quien no quiere la cosa, le cuenta que todo eso de que lo peor de la crisis ya ha pasado, y que los sacrificios que han hecho los ciudadanos ha merecido la pena. Solo pueden ocurrir dos cosas: que el taxista pare en la primera esquina y le conmine a bajarse del vehículo, o bien le tome por un orate y le recomiende hacerse examinar por un psiquiatra. No quedan más alternativas.

Deje de ponerse medallas a cuenta de nuestros magníficos y esforzados empresarios, quienes a base de realizar jornadas  interminables, pagando unos impuestos confiscatorios y arriesgando su propio patrimonio personal para abonar las nóminas y Seguridad Social de sus trabajadores, los que  con una entrega y sacrificio encomiables, son los que están levantando el país.

Mantener a la ciudadanía en plena incertidumbre y permitiendo que los nacionalistas catalanes continúen avanzando día a día, con una firmeza de la que carece el Gobierno es desmoralizante. Solo nos separan nueve meses para la presunta celebración del  referéndum y el ambiente se enrarece de manera alarmante. Quietismo y silencio no parecen la política más acertada para abortar la deriva secesionista. Son muchas las grandes empresas y sus trabajadores las que precisan algo más que una declaración forzada para tomar decisiones sobre su futuro.

Ahora ha sido el mismísimo Ayuntamiento de Barcelona, quien ha aprobado la cesión del padrón municipal a la Generalidad para la elaboración del censo electoral, ejemplo que sin duda será asumido por muchos de los ayuntamientos de la Comunidad por considerarlo un orgulloso deber patriótico.

Hace dos años, nadie en el Gobierno habría apostado que el desafío independentista llegaría a la situación actual, originado en gran parte por la permisibilidad del Ejecutivo y el permanente ataque de dudas e indecisiones padecido por el presidente y fomentado por alguno de sus asesores. Afirma Rajoy que en política lo ha sido todo comenzando por ejercer de concejal y no falta a la verdad, pero no es menos cierto que para ejercer de presidente, con la antigüedad no es suficiente. Es necesario una dosis de liderazgo y capacidad de decisión, con equivocaciones incluidas, de la que lamentablemente carece. Esa y no otra es la cruel realidad. Cuando alguien dice que duerme perfectamente, no le crean; el que goza de ese don, disfruta pero no suele contarlo...

En la mencionada entrevista, posiblemente forzado por la tensión, declaró tener un plan para frenar a Mas, consistente al parecer en enviar a sus ministros y altos cargos a Cataluña con la misión de contar a los que les quieran oír, toda la realidad que los malvados dirigentes de CIU y ERC les ocultan. Peregrina aventura a no ser que se dediquen a reunir a los escasos afiliados que le quedan al PP. Como adelantados, podrían enviar a Cospedal, García, Floriano y Glez. Pons. A continuación a Montoro y Wert y así sucesivamente. En opinión de muchos será una lamentable pérdida de tiempo que debió realizarse hace más de dos años. Este problema ya no se soluciona con paños calientes.

A modo de profecía, solo añadir que España continuará unida, pero a los españoles nos costará un pastón y posiblemente a Rajoy La Moncloa.

José-Tomás Cruz Varela