1. Excite con sus palabras el odio y el rencor de las víctimas de la violencia y la de aquéllos que, de buena fe, se sientan solidarios con su dolor. No dude en emplear para ello a aquellas víctimas que se presten a cooperar en el objetivo. Invéntese inexistentes derechos de las víctimas que están siendo vulnerados. Cuanto mayor odio siembre, menores serán las posibilidades de un acuerdo.

2. Evite condenar o desalentar los actos de vandalismo cometidos por los miembros de su bando (no llegue a incitarlos, sólo guarde silencio ante ello. Si los incita estará cometiendo un delito grave y puede acabar en la cárcel).

3. Dicte resoluciones judiciales insólitas (es suficiente con que sean insólitas, puesto que si fueren injustas y además lo hace adrede, puede acabar Vd. compartiendo celda con el incitador de vandalismo del punto anterior). Por ejemplo, si está a su alcance condene a más de diez años de prisión a un destacado miembro de las partes en conflicto por haber escrito en un periódico. Además, niéguele la libertad provisional aunque la sentencia aún no sea firme y el condenado esté enfermo. Es una manera excelente de dificultar la labor de los interlocutores del bando al que pertenezca el condenado.

4. Confunda a la opinión pública recordando a todo el mundo que el condenado es el autor de varios asesinatos (por supuesto, ni mencione que los hecho acaecieron hace 20 años, que ya fueron juzgados y que la pena impuesta fue cumplida). Muchos ingenuos creerán que la resolución actual de los jueces es por un delito de asesinato y no por haber escrito en un periódico. De esta manera, los interlocutores de la parte a la que no pertenece el condenado no se atreverán a poner medida alguna que palie los devastadores efectos de la acción de punto 2, ya que les costaría cientos de miles de votos.

5. Si resulta Vd. condenado por alguna resolución insólita de las del punto 3, declárese en huelga de hambre para intentar que se remedie su caso particular. Imposibilitará de ese modo que los interlocutores del otro bando hagan algo para mejor su situación porque serían acusados de ceder ante el chantaje. Además, con un poco de fortuna, su salud empeora, se muere antes de que el proceso finalice y las multitudes enardecidas se encargarán de hacer el resto para que el proceso no fructifique.

6. Haga creer a las multitudes de una de las partes en conflicto que quién lo representa está haciendo concesiones inaceptables a la otra parte. Convoque o apoye manifestaciones contra esas inexistentes concesiones y considere la asistencia a esas manifestaciones como un acto de disciplina partidaria, para de ese modo asegurar la asistencia masiva. De tanto insistir, a la cuarta o quinta manifestación medio país acabará creyendo que dichas concesiones se están haciendo realmente y los interlocutores de una parte, acogotados, no se atreverá ni a dar los buenos días en público a los interlocutores de la otra.

7. No haga ninguna concesión a la otra parte. Ni siquiera aquellas que serían de justicia aunque no concurriera negociación alguna, tales como condenar sin paliativos el uso de la violencia, ubicar a los presos en cárceles dónde puedan ser fácilmente visitados por sus familiares o facilitar, flexibilizar posturas y/o modificar leyes injustas para que todas las opciones políticas puedan concurrir a las elecciones. La ausencia de concesiones es un buen modo de que los seguidores de la otra parte duden de la sinceridad de sus intenciones.

8. Haga terrorismo semántico. Mezcle las palabras cuántas veces sea necesario hasta que parezca que acuerdo y rendición son palabras sinónimas. A mayor confusión, más dificultades para que el proceso llegue a buen puerto.

9. Si Vd. no es juez, queréllese contra los políticos que están dispuestos a hablar con cualquiera con tal de alcanzar la paz. Si Vd. es juez, admita a trámite las querellas anteriores. En todo caso, acuse de poner patas arriba al Estado de Derecho a los ciudadanos que se manifiesten expresando su solidaridad con los políticos que están dispuestos a hablar con cualquiera sin condiciones ni exclusiones previas.

10. Si nada de lo anterior ha funcionado, ponga una bomba en un aeropuerto y mate a dos personas. Tenga en cuenta que esto, ni tomando todas las precauciones posibles, es legal y como le pillen acaba seguro en la cárcel. Pero como remedio es definitivo. Habrá acabado Vd., por mucho tiempo, con la posibilidad de un acuerdo y con la esperanza de millones de personas.

Francisco Javier Sampedro Vaca

javier_sampedro@yahoo.es