En 2010, la mayor entidad de ahorros de España, La Caixa, dedicará 500 millones de euros de su beneficio a obras benéfico sociales.

Con ese dinero se ha ayudado a vivir sus últimos días -que no a morir- a 7.000 ancianos. Se ha ayudado, con alimentos y educación, a 140.000 niños pobres (perdón, excluidos), se han otorgado microcréditos y ayudado a comprar vivienda a quien no podría conseguirlo jamás, además de ayudar en materia de investigación médica y de becas de ampliación de estudios universitarios. También se han hecho otras cosas, que no valoro tanto, pero otros sí que lo hacen: como apadrinar exposiciones artísticas, museos de la ciencia, etc.

En España, como en medio mundo, ha tomado forma una corriente que quiere cargarse las cajas de ahorros. En el siglo XXI, al parecer, no se acepta nada que sea sociedad anónima, es decir, sociedades sin alma, y cuanto más grandes mejores, porque lo pequeño, es decir, la libertad, molesta.

Ahora piensen en lo anterior: ¿De verdad queremos cargarnos la obra social de las cajas, la que inventaron la famosa Responsabilidad Social Corporativa?

¿Seguro que queremos cargarnos las cajas de ahorros?

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com