He leído en alguna parte que, con motivo de su visita a un campo de concentración en el que se conmemoraba el final de la Segunda Guerra Mundial, aquella que empezaron Hitler y su Stalin en comandita, hizo usted unas declaraciones en las que venía a decir que había que exterminar todo recuerdo del nazismo, fascismo y franquismo.

 

Indudablemente usted no ha aprendido nada a lo largo de su breve vida como ser inteligente, aunque esperamos que cuando sea mayor, se informe mejor de nuestra Historia, que ya va siendo hora.

Y, ya de paso, lave su cerebro de la vileza que lo ahoga, y su corazón de la miseria moral que atesora, porque al encajar al llamado franquismo en ese trío perverso, usted escupe, nos imaginamos que por el colmillo izquierdo, sobre varios millones de españoles, al parecer simples estúpidos paga impuestos, a los que no les alcanza ese raro artículo constitucional de que todos los españoles son iguales ante la ley.

Sencillamente, tienen derecho, al igual que los suyos, a que sus sentimientos e ideales sean respetados.

Si usted dice que aquellos españoles que estuvieron encerrados en Mauthausen luchaban contra el fascismo en pro de la libertad y de la democracia, usted miente, como es costumbre habitual en esa Vicepresidencia.

Ni los comunistas y sesteantes socialistas, todos marxistas hasta los tuétanos, ni por supuesto los anarquistas, lucharon por la libertad y la democracia, sino, siguiendo las órdenes de Stalin, por el archisabido paraíso soviético. A lo mejor, según usted, los rusos de la URSS, liberadores de Europa, luchaban por esos fines descaradamente defendidos por los decadentes regímenes occidentales.

Gracias a ese odiado franquismo, su padre pudo trabajar y prosperar, condecoraciones incluidas, en una España que salía del horror de una república roja bajo la bota del Frente Popular, y usted pudo evitar las delicias del sistema soviético, alcanzando las glorias del capitalismo más feroz, que tan bien le van en su quehacer diario.

Incluso usted, ya no es capaz de cantar La Internacional con esa mano tan bien tratada por la manicura, apretada en forma de puño, como paria de la Tierra , ya sabe, los de la famélica legión.

Y terminado este tema, que está entre lo ridículo y lo miserable, vamos a introducirnos en otra zona que es íntegramente miserable. Me refiero al Valle de Los Caídos.

Comprendemos perfectamente que un cerebro envilecido como el suyo sea incapaz de calibrar el sentido y el símbolo que ese monumento tiene y representa. No se dan margaritas a los cerdos, aunque le ruego que tome estas palabras como lo que son: simplemente un refrán. Usted no duraría, en un simple diálogo público con cualquiera de los que queremos que ese monumento sea respetado íntegramente, ni un minuto, porque el odio le impide enterarse de nada y, al igual que la inmensa mayoría de la casta política de la izquierda y asimilados, no sabe más que tópicos y mentiras, ya institucionalizados.

Los suyos, incluidos los que huyeron a Francia, y gran parte de los encerrados en aquel campo de concentración, consiguieron el record histórico en la destrucción de nuestra Patrimonio. Lo arrasado y robado es tan gigantesco, que ese Gobierno y esas Cortes domesticadas son incapaces de abrir una comisión para averiguar el monto de aquella catástrofe que los suyos provocaron. Ni las desamortizaciones ni la francesada tuvieron la capacidad de saqueo y destrucción que esos luchadores por la libertad y la democracia mostraron casi desde el mismo día en que se proclamó la república en un genial y astuto golpe de estado.

Vamos a pasar por alto los crímenes cometidos por estas joyas democráticas que consiguieron, entre otras cosas, la mayor persecución religiosa de la Historia o experimentos que sirvieran para matanzas como las de Katyn, alargaríamos demasiado esta carta, y acabemos con el terrible tema del Valle de los Caídos.

Ante la estúpida mirada de una derecha cobarde e inútil, han conseguido ustedes dominar la situación, de tal manera, que la destrucción de un monumento que podría ser considerado como la 8ª maravilla del mundo, monumento a la fe y a la reconciliación, ya tiene fecha.

La idea de que es usted la responsable de lo que allí se haga, que en sus engarfiados dedos está la decisión talibán sobre Cuelgamuros,  pone los pelos de punta. Porque cuando la estupidez, la ignorancia y el odio van juntos, los resultados son siempre catastróficos.

Ya dijimos que el odio es mal consejero. Usted sólo espera ir poco a poco venciendo las pobres resistencias hasta conseguir que un monumento con este significado y con estas características y dimensiones, sea destruido. Parece una pesadilla ¿verdad? Pues no lo es. Porque la capacidad de destrucción que el odio puede conseguir no tiene límites conocidos, y los gobiernos socialistas, bien rellenos de políticos millonarios y muchos de ellos corruptos, son capaces de acabar con el Valle de los Caídos y hasta con las pirámides de Egipto si les dejan solos.

Ustedes han conseguido algo que parecía imposible desde hace ya casi setenta años: que entendamos perfectamente las causas que motivaron la guerra civil.

Posiblemente, en las próximas elecciones, usted y muchos de sus colegas se irán a disfrutar de sus bienes de millonarios social-capitalistas, y nos dejarán en paz, pero el pringoso rastro de babosas que habrán dejado hasta esa fecha feliz, habrá representado para  nuestra Historia como las siete plagas de Egipto, todas juntas en un puño con su maldita rosa puñetera deshojada y ajada. 

Pues eso, que Dios les confunda y mire hacia España, que ya va siendo hora.

El día 20 de mayo, se cumplió el 73 aniversario de la muerte de mi padre, caído (por cierto que por Dios y por España) en el Barrio del Lucero de Madrid al mando de una compañía de una bandera de la Legión.

Usted, nacida después de esa fecha, beneficiándose de su sacrificio, no es quién para escupir sobre los ideales de mi padre que son los míos, ya sabe, un español que al parecer, ante la ley, es igual a usted.

Blas de Lezo