Sr. Director:

Fidel Castro está en las últimas. El régimen comunista que ha mantenido a nuestra ex-colonia en la profunda pobreza muestra signos de cáncer terminal. Ante esta situación los EEUU, de la mano de su representante de exteriores Condoleezza Rice, lanzan un guiño al pueblo cubano ofreciéndoles la amistad incondicional del mejor país que Cuba puede tener a su lado, los EEUU. Pues ese guiño no tiene nada de incondicional.

Los EEUU siempre han querido la perla del Caribe, llegando a librar la llamada guerra de Cuba contra el decadente imperio español. Ahora ven su oportunidad, la de anexar la isla como el estado número 51 de la unión. 

Y es que estos americanos no sufren de enfermedades separatistas como nuestra España. Ellos quieren anexar, para así ser más poderosos. Así fuimos los españoles en nuestros flamantes siglos XVI y XVII. Poseíamos el llamado imperio español y fundamos con la ayuda de los jesuitas el espíritu de la hispanidad. Todo ello sigue vivo entre los hispanos, aunque algunos enfermizos separatistas se empeñen en negar y olvidar.

Sin lugar a dudas, el mejor amigo que puede tener el pueblo cubano en estos momentos es España. De nuestra mano Cuba vivió sus más prósperos años. No sólo en cuestión económica, sino en instrucción intelectual. Ver cómo Cuba se convierte en la horterada número 51 de los EEUU hace que aquellos que nos autodenominamos hispanos derramemos las últimas lágrimas por aquellas vidas de nuestros antepasados que dieron la vida por la defensa de la hispanidad, en América latina y en Cuba en particular.

La corona española, inspirada por la obra de Ramiro de Maeztu, alma hispana por excelencia, debe ofrecerse al pueblo cubano para facilitar su transición hacia la democracia y defenderla de influencias perversas que intenten desmembrar a los cubanos de sus auténticos orígenes hispanos.

Jaime Pérez Luque                                                      

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