Este lunes se celebraba el 48 aniversario de la llegada de Fidel Castro a la Habana. El comandante en jefe no estuvo presente en el acto porque aunque el médico del Gregorio Marañón diga que podría recuperar sus funciones de gobierno, la realidad es que ha permanecido desaparecido desde que el pasado 31 de julio el régimen reconociera que había sido intervenido quirúrgicamente.

Lo llamativo es que el castrismo se enroca en sí mismo y se niega a la transición. Una transición que todos en la isla descuentan. Así que en la celebración del 8 de enero, tuvieron que utilizar a chavales que salieron disfrazados de Fidel y Che Guevara para conmemorar la gesta. El capitán retirado Arsenio Néstor Sosa, de 68 años, que acompañó a Castro en la toma de la Habana fue el encargado de transmitir el mensaje oficial: Tenemos que confiar en la continuidad de la revolución, porque cuando triunfamos no teníamos muchos conocimientos, pero los encargados de su seguimiento están mucho mejor preparados y saben por lo que están luchando; el socialismo en Cuba jamás va a decaer, añade.

Esta es la posición de un régimen que mantiene 316 presos políticos, incumple sistemáticamente los convenios de la OIT, viola los derechos humanos y se niega a realizar aperturas económicas y políticas. La experiencia nos dice que es cuestión de paciencia. Pero a muchos en la isla se les empieza a acabar. La transición en Cuba se mide en meses, no en años, señala el presidente del Movimiento Cristiano de Liberación, Oswaldo Payá.