Margaret tenía 26 años cuando decidió abortar. La cosa salió bien. Lo que llevaba  dentro ha desaparecido. Tras la intervención siguió con su vida de siempre.

Nueve años  después vuelve a quedar embarazada. Y, de nuevo, ve en el aborto la mejor solución. Para ella, lógicamente. Sin embargo, la primera intervención no sale bien. Tiene que acudir nuevamente al ginecólogo. El médico -con ayuda de la tecnología- permite a Margaret mirar por una pequeña pantalla lo que lleva dentro. Y entonces, ante sus ojos, aparecen las imágenes del feto.

"Cuando vi a ese bebé con su corazón latiendo, supe que nueve años antes había destruido un bebé". "Las mujeres merecemos algo más que el aborto en una crisis. Hay otras opciones. ¿Por qué debería ser la muerte de un bebé la única solución?", ha manifestado al portal web de la BBC (24-10-2007).

La ecografía sirvió para que Margaret comprendiera perfectamente que la vida de cada ser humano comienza en el instante de la concepción; que un embrión humano (el hijo que llevaba en sus entrañas) es ya un hombre y que su eliminación es un homicidio.

Creo sinceramente que si las mujeres embarazadas conocieran realmente estas pruebas científicas, rechazarían el aborto.

Clemente Ferrer Roselló

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