Al parecer, mi carta del pasado miércoles 5 de octubre, titulada Los católicos no podemos votar al PP: lo ha dicho el Vaticano, ha sembrado la confusión, que es lo que mis escritos suelen sembrar. Lo digo porque dentro de esa cadena de rebotes que se producen por Internet, a través de un número de intermediarios n, y siendo n un número que tiende al infinito, le llega la siguiente apreciación:

Vale. De acuerdo, lo entiendo. Pero me parece que no es tan sencillo o al menos yo no lo veo claro. Me encuentro con las opciones siguientes:

1) Votar a otros con posturas más proabortistas aún.

2) No votar y así facilitar que ganen esos otros de posturas más proabortistas aún.

3) Votar al PP (el de posturas menos proabortistas)

4) Votar a un partido que sé que no va a sacar ni un escaño y así restar mi voto al PP (el de posturas menos proabortistas).

Yo, entre las opciones 2,3 y 4, la verdad es que no veo claro cuál es moralmente la mejor opción.

 Un saludo

Antonio Pérez Igualador

Pero, como diría Eugenio D'Ors, esto está demasiado clar oscurezcámoslo un poquito. Veamos: No, no se puede votar a un partido que promociona el aborto, porque el aborto es una cuestión mayor para un católico, de hecho, la mayor cuestión social del momento presente. De ahí las palabras del nuevo rector de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Y es que en materia de vida no hay parvedad de materia. Uno puede ceder en muchas otras cosas, pero ceder aquí es como renunciar a la sola verdad de fe: sería renunciar a la fe. Y eso ocurre con el aborto, no con otras cuestiones políticas y sociales, como las migraciones, la justicia social, modelo escolar, sistema sanitario, estructura territorial, la globalización, la liberalización, el estatismo económico, etc. Y mira que son cuestiones importantes.

Por tanto, no se puede votar a ningún partido, ni de izquierdas ni de derechas, que apoye, promocione o legalice -legalizar es promocionar- la matanza de inocentes.

No votar es una opción muy digna. De hecho, el divorcio, cada vez más terrible, entre clase política y ciudadanía, no debe traducirse en abstención, sino en voto en blanco, que es tanto como decir Me interesa la democracia, no soy un pasota, sólo que nos me gusta ninguna de las opciones: ofrézcanme otras.

Votar en blanco es favorecer a unos, no a otros. Por supuesto, como cualquier otra opción o como la abstención misma. Pero la responsabilidad del votante es sobre su voto, es decir, sobre su apoyo a una opción (o a ninguna), no las consecuencias ulteriores de ese apoyo. No se vota anti-algo, sino pro-algo, aunque se introduzca el sobre sin papeleta alguna.

La tercera opción del comunicado pasa de lo abstracto a lo concreto. Votar al PP como partido menos proabortista. NO: cuando no hay materia parva, no se puede votar el mal menor. Además, ¿está seguro de que el PP es menos abortista? Durante el aznarismo se disparó el aborto en España, por fraude de ley permanente, hasta convertir a España en el paraíso del aborto, con más de 80.000 homicidios por año. Y con Aznar llegó la píldora abortiva y la píldora del día después. El PP fue quien permitió su distribución y los líderes del PP los que jalearon la pavorosa píldora postcoital, que a tantas adolescentes está destrozando. Ejempl un tal Alberto Ruiz Galardón. Créanme, en materia de vida, hay poquísimas cosas que pueda hacerle el PSOE que no le haya hecho ya el PP.

Votar a un partido que no va a sacar ni un escaño y quitarle votos al PP, que es el menos proabortista. Dejando a un lado que no es el menos proabortista, habrá que insistir en que no se vota anti, sino pro. Además, si todos los votantes se hicieran ese racionamiento seríamos culpables (¿No lo somos ya?) de perpetuar el actual reparto parlamentario de partidos, ese que no gusta, qué curioso, ni a los votantes de izquierda ni a los de derecha. Uno tiene la impresión de que en toda Europa, en Estados Unidos aún más, en el mundo hispano hasta la náusea, la inmensa mayoría de los votantes ejerce sus derechos electorales, con la famosa frase del genial periodista italiano Indro Montanelli: Tapaos la nariz y votad Democracia Cristiana. Pues bien: votar aun partido minoritario pero que en verdad confluye con mis intereses, significa precisamente es romper con ese círculo vicioso e introducir, ¡Oh milagro!, la coherencia en la cosa pública. Sí, está clar entre todas las opciones, la cuarta es la más adecuada. Entre otras cosas, para el Partido Popular, que de esta forma reaccionaría (bueno, no estoy muy seguro, pero nunca hay que perder la esperanza).

Pero insisto, la clave del voto provida es que, en materia de aborto, no existe parvedad de materia.

Eulogio López