El símil no es mío, sino del historiador Javier Paredes. Fue el Consejo de ministros celebrado en El Pardo, el 21 de julio tras la larga noche donde dos astronautas norteamericanos daban el paseíllo por nuestro satélite, con los españoles en la luna, el Jefe del Estado, de nombre Francisco Franco, aprobaba dos medidas que tenían su aquél: el nombramiento de un Borbón como sucesor en la Jefatura del Estado a título de Rey y el concierto económico con Navarra. No está mal pensada la cosa: se nombra a un Borbón sucesor al tiempo que a los navarros, siempre con ese sesgo carlista, se les tapa la boca con dinero.

Hasta el almirante Carrero Blanco -¡Qué vergüenza, don Luis!- llegó tarde al Consejo porque había estado contemplando en al tele el histórico momento, pendiente de las palabra de Jesús Hermida. Y claro, como Hermida es interminable en sus palabras y gestos...

Esto explica la tardanza del Estatut. ZP esperaba, como el anterior jefe del Estado, que Obama llegara a Marte para que el Tribunal Constitucional aprobara el Estatut. Pero el hombre de la Casa Blanca le ha fallado, no ha podido esperar más y, como no ha podido hacer virrey a Montilla, se ha conformado con aprobar la cosa del dinero. Pero claro, no tenía un Apolo XI para despistar.

Eulogio López

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