El PSOE afirma que el Vaticano tiene licencia para violar. Se ha abierto la veda de la caza al Papa. Si la Iglesia trata -equivocadamente- de tapar los casos de abuso, mal. Si la Iglesia resuelve limpiar la casa por dentro y remitir a los tribunales civiles los casos, también mal.

La cosa es palo al cura que es de goma. Hasta que hable latín. Por eso el PSOE se permite afirmar que el Vaticano tiene licencia para matar.
Lo que pasa es que la campaña resulta un tanto asimétrica. En primer lugar, no todos los códigos penales de hace 50 años incluían delitos de pederastia. En segundo lugar, cuando existían tales tipos, no siempre se utilizaban, por vergüenza social. La Iglesia ha sido espejo de una sociedad a la que le repugnaban tanto estos casos que ni siquiera los juzgaba. Tercero: los casos existentes en la Iglesia son infinitamente inferiores a los que existen en el colectivo de maestros, por ejemplo. Pero eso nunca se dice. Y el problema no está en el celibato. Hay muchos más casos de pedofilia en personal laico que en sacerdotes célibes.
Recientemente la prensa europea destapó el caso de abusos en un colegio regentado por la UNESCO. El asunto se ha callado. ¿Por qué no se reclaman responsabilidades a NNUU. Más: no hay una sola operación de cascos azules que no se salde con un escándalo sexual. Ni una. Y no hemos escuchado ni una sola crítica a NNUU, ni a UNICEF, ni a los cascos azules. ¿Por qué? Primero porque se ha santificado la ONU mientras se demoniza el Vaticano. Y porque -razonablemente- los abusos son particulares, no generales. ¿Por qué no se aplica el mismo criterio sobre la Iglesia? No, no se busca racionalidad, se aplica cristofobia. No hay nada más.

Andrés Velázquez

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