Sr. Director:

Hace 24 horas mi corazón latía a una velocidad trepidante. Hace 24 horas salía en autobús del hotel Astoria de Valencia camino del Aeropuerto de Manises. Hace 24 horas me dirigía allí con el resto de la tripulación para preparar el vuelo Valencia-Roma donde teníamos la gran suerte de llevar a SS Benedicto XVI. Hace sólo 24 horas.

Salimos del hotel con un puñado de nervios en nuestros cuerpos. No era tarea fácil. Había que hacer muchas cosas antes de que llegasen los pasajeros. Para empezar, al llegar al aeropuerto nos pusieron la primera pega, pues no teníamos acreditación para pasar. Casi conseguimos que el Papa se quedase un día más en Valencia. ¡Qué pena, todo se arregló! La Guardia Civil accedió a reconocernos como tripulación del vuelo y accedió a dejarnos pasar. Una vez a pie del avión EC-JRE, un Airbus 321 de nombre Villa deuncastillo, sacamos las cámaras de fotos y empezamos hacernos mil y una fotos. Que se vea la alfombra roja, Repite, repite, que he cerrado los ojos, Mira, el escudo papal, mira a ver si consigues que salga con él al fondo Así un carrete entero.

Después de sudar la gota gorda mientras los fotógrafos de la compañía nos hacían la foto oficial, subimos por las escalerillas al avión. ¡¡¡Qué bonito!!! El interior del avión era todo un lujo. Todos los asientos tenían un cabecero con el escudo del Papa, el logo de Iberia y la fecha del vuelo bordados en hilo. Una maravilla. Os podéis imaginar el estado de mis pelos no estaban de punta estaban fuera de sí. Me di un paseo por el pasillo antes de empezar a trabajar. Sólo, pasillo arriba, pasillo abajo pensando en lo que estaba sucediendo. En unas horas estaría allí sentado, nada más y nada menos que SS Benedicto XVI acompañado por medio Vaticano. ¡Qué pasada! Primer lagrimón.

Los once miembros de la tripulación auxiliar nos pusimos manos a la obra. Comprobar que había de todo, bebidas, comidas, regalos, hielo, mantas, almohadas, material de emergencias, extintores Era un follón. Por allí pasaba mucha gente. Protocolo, seguridad española, seguridad del Vaticano, catering, fotógrafos de la compañía, coordinadores del vuelo Pero de repente el avión se quedó medio vacío. Sólo estaba la tripulación y la comitiva de Iberia. Se cierra la cortina de mitad del pasillo, y por la escalera trasera comienzan a subir, con media hora de antelación a lo previsto, los periodistas que acompañan al Santo Padre. EFE, RAI, ABC, COPE allí estaban todos. Paloma Gomez-Borrero, teléfono en mano (seguramente hablando en directo en la COPE) es la última en subir.

Se escucha de fondo y lejano, a la banda de música militar que espera al Santo Padre. Me asomo por una de las ventanas y veo a los Reyes al fondo, al Presidente de la Comunidad Valenciana, a la Alcaldesa de Valencia, etc y en el centr Su Santidad. Sigo con mi trabajo, sin poder olvidarme de que en un rato tendré a sólo unos metros de mi al sucesor de San Pedro.

Nos dicen que nos sentemos, ocupamos nuestros puestos, a mi me toca en la fila 19. Despego mirando por la ventana. Veo como todos dicen adiós desde el suelo. Nos escoltan dos todo terrenos verdes con dos Guardias Civiles en sus techos. Veo como pasajeros y tripulaciones de otros aviones que siguen en tierra nos dicen adiós. Veo como gente desde detrás de las vayas que delimitan el aeropuerto nos dicen adiós y fotografían el avión. La emoción es absoluta. Segundo lagrimón del día. El tercero está al llegar. Nada más despegar me asomo por la ventana y veo un caza a tan sólo unos metros de distancia. Horror, esto va a acabar conmigo tercer lagrimón. Desaparece la señal de cinturones y nos ponemos en marcha. Todo sale perfecto. Todo. No os cuento nada del  servicio, pues sería alargar esto más y más.

Nos aproximamos a Roma, aeropuerto de Ciampino. Los periodistas aplauden (pensaba que era normal, pero parece ser que es la primera vez que ocurre) a la tripulación. Me cuentan que en la COPE se ha oído a Paloma G-B decirlo desde el avión, antes de abandonarlo. Hay un pequeño revuelo en la parte delantera del avión pues quieren que toda la tripulación se acerque antes de que aparque el avión. Me acerco de los primeros. Veo por fín a Su Santidad. Le veo de espaldas, está sentado en su sitio. Está su fotógrafo delante de él. También está uno de sus secretarios. Veo a la Jefa de Protocolo de Iberia por ahí. Pero ya no miro más. Sólo me fijo en Él. Está sentado, relajado, atendiendo a todos los que le van presentando. Parece que me toca, doy un paso para delante y me frena un agente de la Guardia Suiza. Esto se pone difícil. Ahora sí, creo que me toca. Vuelvo a dar un paso, y el mismo agente me para. Qué nervios. ¡Sí! Soy yo, es mi turno. Paso por delante de todos los que allí estaban, me pongo de frente al Santo Padre, me derrumbo al suelo de rodillas, tomo su mano, le beso el anillo de su mano derecha y le oigo decir levanta y siéntate aquí, a mi lado. Santidad, quisiera hacerlo pero no puedo. Me repite otra vez lo mismo, que me levantara y me sentase a su lado. Santidad, no puedo levantarme (Me temblaban las piernas como nunca). Insiste y me dice Es que si no lo haces, no saldrá bien la foto. ¡Anda!... la foto, es el único recuerdo gráfico que voy a tener con S.S., por lo que saco fuerzas de no se donde y me siento en el asiento 2C, a su lado. No le suelto la mano y me comenta que el vuelo ha sido estupendo, me felicita como miembro de la tripulación y me desea lo mejor. Yo tenía un montón de peticiones para hacerle, y con tanto nervio sólo se me ocurre decirle Santidad, ¿cómo lo ha pasado en Valencia?. Qué mal Qué pena Pero bueno, me dijo que lo pasó muy bien, que no esperaba que fuese tantísima gente, tantísimas familias de bien Y que todo estupendo. No le quitaba la mirada de los ojos. ¡Qué ojos tiene! ¡Qué paz! ¡Qué bueno es, cuánta bondad!

Lo siguiente que recuerdo es que me agarran de un brazo para levantarme y que pueda pasar el siguiente  miembro de la tripulación. Directamente de la posición sentado paso al suelo a ponerme de rodillas ante él una vez más, le vuelvo a besar el anillo y me despido. Me quedé un rato al lado, sin quitarle la mirada. Veía como se iban acercando más tripulantes y de repente me acordé de las fotos. Llevé fotos de toda la familia, y una de Santa María de Caná. En décimas de segundo llegué a la conclusión que primero Caná y luego si acaso las de la familia. La de Caná tenía más posibilidades de ser firmada por Su Santidad. Me doy la vuelta y veo que en el asiento 3F sigue sentado el secretario del Cardenal Sodano, Mokrzycki. Me presento como miembro de la tripulación del vuelo. Le pregunto en que idioma hablamos, me dice que en italiano (pienso, italiano no se ni pápa, así que haré lo que se pueda) y le pregunto por el vuelo. Acto seguido le digo que vengo de una Parroquia de Madrid de dónde han ido 1500 feligreses a ver al Santo Padre a Valencia. Exclama que qué barbaridad. Le digo que tengo unas fotos de mi familia y otra de la Parroquia para que, aun teniendo un No por respuesta, y teniendo en cuenta que es la única vez en mi vida que pueda tener tan accesible a Su Santidad, a ver si era posible que ¿te la firme el Santo Padre?, me corta. Le digo que sí, sí, por favor que lo haga. Es para llevárselo a Don Jesús Higueras, párroco de Santa María de Caná. Me dice que sí, que no hay ningún problema que le dé la foto.  ¡Horror! La foto está en la parte de atrás del avión, a unos 47 metros de distancia con todo el pasillo obstaculizado por Cardenales, Obispos, un Embajador, representantes de la compañía, y 70 periodistas. Pienso o vas o te mato. Total, que voy. Empiezo a correr por el pasillo, quitándome de encima a Cardenales, Obispos, un Embajador, representantes de la compañía y 70 periodistas. Llego a mi maletín, saco la cartulina con la foto pegada y vuelo hacia la zona delantera quitándome de encima a Periodistas, representantes de la compañía, un Embajador, Obispos y algún Cardenal que quedaba a bordo. El Papa se acaba de bajar me dicen. Muero. No, yo esto lo hago por D. Jesús que le prometí que lo hacía. Así que sin preguntar, le digo a los tres comandantes, dos sobrecargos y representantes de la compañía que estaban despidiendo a los pasajeros que me bajo del avión. Me debieron de ver tal cara que simplemente me dijeron que Sí, baja, corre que se va. Bajé zumbando, y de repente veo a tropecientos obispos y cardenales despidiéndose del Papa. ¿Quién será el secretario Mokrzycki? Ni idea. Veo al Cardenal Herranz y le ruego que me señale al secretario Mokrzycki. Después de explicarle para que era en décimas de segundo, atónito, me dice es aquel de allí, corre que suben al helicóptero ya. Corro con foto y rotulador en mano hasta la escalerilla del helicóptero, tengo al Santo Padre a dos metros de mí, y le doy la foto al secretario Mokrzycki. Éste sube al helicóptero y mientras algún agente de algún cuerpo de seguridad italiano me agarra y me dice que qué estoy haciendo allí y me echa para atrás veo a través de la ventana, como le entrega la foto al Papa. Éste la coge, la mira, (la bendice, espero) y la firma. Lágrimas. Tengo a dos tipos con pinta de agentes a mi lado. Les ruego que no cierren la puerta del Helicóptero. Necesito esa foto. Me preguntan que qué foto. Que qué hago ahí. Yo por un momento me veo esposado y camino del loquero o a lo peor de una cárcel. Pero no aparece el famoso secretario Mokrzycki con la foto en la mano, levantándola para buscarme. Y corro con dos agentes detrás de mí hacia él. Uno de ellos me dice, corre y no lo vuelvas a hacer nunca más (sonriéndome, menos mal). Sigo corriendo (me habían alejado bastantes metros) y pongo un pie en la escalerilla del helicóptero del Papa (puedo presumir de haber estado en su helicóptero) y el secretario me da la foto felicitándome. Me despido de él agradeciéndoselo infinito. Me marcho dando pasitos hacia detrás. Veo a Benedicto XVI por su ventana, sentado y le digo adiós con la mano y agachando la cabeza en modo de agradecimiento. Me quedo mirando y ya, el agente, hasta el gorro de mi, me dice sube al avión, que ya tienes foto y vas a acabar volando si te quedas aquí, es peligroso. Me subo al avión y enseño la foto a todos, dando gracias por dejarme bajar.

D. Jesús va a estar encantado. Yo soy el tipo más feliz de la tierra.

Gonzalo Navas-Migueloa

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