• Botella ha pedido ayuda a Rajoy pero el presidente mira hacia otro lado.
  • La delegada del Gobierno en Madrid aspira a ser la nueva Esperanza Aguirre, empezando por la Alcaldía.
  • En cualquier caso, el ayuntamiento ha metido la pata al curarse en salud y, encima, protege a la empresa anunciadora desde el primer momento.
  • La demostración pública de fe de Nicolás Langdon, padre de Belén, la menor fallecida, impresiona a toda España.

Que la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes (en la imagen), y la alcaldesa de la capital, Ana Botella, no se llevan, lo saben en todos los mentideros de Madrid. Que la delegación del Gobierno en Madrid aprovecha todas las ocasiones que puede para echar basura política contra el ayuntamiento de la capital, también. La lucha es tremenda. Cifuentes entiende que Botella es una rival política para sus aspiraciones y, siguiendo siempre los planes que le prepara su jefa de prensa (la que fuera mano derecha de Gallardón y que se había quedado en la calle tras la marcha de su ex jefe a Justicia) aprovecha cualquier oportunidad para arremeter contra la alcaldesa, con muertos o sin ellos.

Y el caso del Madrid Arena es una ocasión propicia. Cifuentes y su equipo creen que la muerte de las chicas en el macroconcierto puede ser la ocasión de oro para dejar ya políticamente inerme a la mujer de José María Aznar.

Y los correos electrónicos de la delegación del Gobierno llevan una gran actividad desde del pasado jueves. Las redacciones de muchos periódicos, sobre todos los de internet, están recibiendo mucha documentación, muchos papeles para tratar de desgastar a la Alcaldía de Madrid. Así, desde apenas unas horas después de que el vicealcalde de la capital, Miguel Ángel Villanueva, realizara una primera valoración de la catástrofe, la delegación del Gobierno se puso a pergeñar como atacar al Ayuntamiento y responsabilizarle de alguna manera de las muertes.

Y los comunicadores de Cifuentes cuentan con dos grandes grupos que están dispuestos a echar una mano para atacar a Botella: El País y El Mundo, por razones diferentes pero dispuestos a darle la batalla por este caso a la alcaldesa. No se filtra la misma información, ni se filtra completa. La delegación está haciendo una campaña mediática templada y con documentos sesgados que proporciona a ambos medios que, en algún caso, no tiene reparo en publicar sin siquiera contrastar y dar voz al Ayuntamiento de Madrid.

Desde el ayuntamiento se tiene meridianamente claro quién está detrás de la filtración de toda la documentación oficial. Se ha llamado la atención al Ejecutivo de Rajoy, a Moncloa, para que llame al orden a Cifuentes. Pero la delegada del Gobierno cuenta con un extraño aliado político, alguien muy alejado de sus tesis personales y de su forma de vivir pero que, sin embargo, está dispuesto a protegerla: el ministro del Interior, Jorge Fernández. De momento, Moncloa se está haciendo 'el orejas' y no quiere entrar en una guerra que tiene pinta de que va a perdurar. Además, las relaciones personales del equipo de comunicadores de Cifuentes están siendo claves. Seguiremos informando, seguro.

Mientras tanto, media España sigue impresionada por la serenidad de Nicolás Langdon, el padre de la menor Belén, fallecida en el Arena, quien mencionó a Dios -algo prohibido por la progresía imperante- al hablar de la serenidad que, en medio del dolor, les producía el abandonarse en manos de Dios.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com