Sr. Director:

Dicen que al finalizar la Navidad o las vacaciones de verano, aumentan las separaciones. ¿Es la convivencia intensiva la que daña las relaciones o es que nos hemos vuelto egoístas y ya no nos reconocemos en el otro?

Reconsideremos en qué consiste el matrimonio: esa fuente de alegría que es al mismo tiempo una fuente de sacrificio. Ignorar esto puede tener trágicas consecuencias: ya no se ama a toda prueba, cualquier desavenencia evoluciona en tragedia irreconciliable y malogra todo un compromiso de vida. El matrimonio, como todo lo que tiene un valor, debe de protegerse, cuidarse y buscar su crecimiento.

Quien va a sacar de él sólo satisfacciones ha errado el camino: nunca sabrá que el dolor forja su estabilidad y le procura duración. Las crisis superadas aquilatan el amor.

María Ferraz

fermar42@gmail.com