No, Rubalcaba no quiere irse: quiere sustituir a De la Vega, lo mismo que Blanco y Chacón

Sebastián quiere ser Salgado.

Empecemos con lo que no es verdad y seguro que acabamos antes. En primer lugar, el titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no tiene cáncer de próstata, sino prostatitis, que es dolencia mucho más llevadera. No, no quiere irse del Gobierno (¿quién lo quiere?), lo que quiere es ser vicepresidente.

Vicepresidente primero, claro está, en sustitución de doña Teresa Fernández de la Vega. Que es el mismo puesto que desean otros dos ministros: el titular de Fomento, José Blanco, que se considera a sí mismo el guardián de las esencias y ejecutor de la estrategia del PSOE, y Carme Chacón, titular de Defensa. La que más posibilidades tiene es Chacón por aquello de la parida, conocido en algunos círculos socialistas y ugetistas como la gran parida.

Y a todo esto, ¿quiere irse doña Teresa Fernández de la Vega? Por supuesto que no. Su embajada en Argentina es como el cáncer de Rubalcaba: una filfa.

La única que quiere salir del Gobierno es la titular de Innovación, Cristina Garmendia... porque ya ha perdido toda esperanza de convertirse en vicepresidenta.

Pero el asunto no acaba ahí: en un Gobierno en el que nadie sabe nada, regido por un presidente que cambia de rumbo cada semana, donde los ministros son secretarios (en frase que hiciera célebre la mala uva navarra de Carlos Solchaga) todo el mundo quiere más. Por ejemplo, la ministra más desbordada, más fracasada, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Elena Salgado, tiene un puesto anhelado por pocos, pero sí por alguno: el principal candidato es Miguel Sebastián, titular de Industria, harto de aplicar una política en la que no cree, sobre todo en materia energética, porque es un nuclear convencido.

Queda Bibiana Aído, que no quiere irse pero que nadie quiere que se quede. Ella está muy contenta con sus abortitos y no le apetece nada que le manden a encabezar la lista socialista la ayuntamiento de Cádiz. Entre otras cosas porque probablemente fracasará. Para ser ministra no hace falta ser elegida más que por un voto: el del presidente del Gobierno.

Y porque se han disparado las ambiciones. Es lógico: las encuestas marcan tendencia a favor del Partido Popular, y ya es conclusión muy general que Zapatero no puede con la crisis económica. Por tanto, necesita tomar la iniciativa. Ahora bien, tiene dos posibilidades: hacerlo antes o después de la Presidencia europea. En este mismo mes de diciembre o para el verano. Lo que está claro es que así no se puede continuar.