Se extiende un viento oscuro, denso,

y un olor infecto sobre el cabalga,

que va llenando las tierras y montes,

y va penetrando en las casas,

de aquellos que las habitan y viven,

que  va escandalizando las almas,

que confunde y nubla los pensamientos.

Y llena de dolor los corazones,

al descubrir que ese olor infecto,

que extiende el oscuro y denso viento,

es la corrupción de otras almas,

de amigos y hermanos nuestros,

y no la corrupción de sus cuerpos,

a la que todos estamos destinados,

más tarde o temprano, en el tiempo.

La corrupción que en un alma entra,

corrompe en vida el ser entero,

y sobre los que a su lado están,

se extiende en viento oscuro, denso,

poco a poco corrompiéndolos,

llenando sus vidas de un olor infecto.

Mas queda la esperanza de la resurrección,

para la corrupción del cuerpo.

Y esperanza para la curación de las almas,

poniendo los oportunos remedios,

en la mortificación de los apetitos,

y de los desordenados deseos:

la soberbia en el poder, la envidia

del ajeno, la avaricia del dinero,

la exaltación hedonista del cuerpo.

Y sobre todo queda, el bálsamo, la cura,

del sincero y dolorido, arrepentimiento,

y a cumplir la pena, estar dispuesto.

J. R. Pablos