Las dificultades a las que se enfrenta la España civil son tres: los nacionalistas, la Iglesia y el PP. Lo ha dicho Gregorio Peces-Barba, alto comisionado (me encanta ese nombre) del Presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, para las víctimas del terrorismo, que son las única que no quieren verle ni de lejos.

Pero no se crean. Goyo es un buen hombre, sensato, moderado, ecuánime y muy sabio. Por eso, ha aclarado a renglón seguido que considera recuperable al Partido Popular. Y esto es bello e instructivo, revela una buena disposición, como la de padre de hijo pródigo. Bueno, Goyo no perdona, pero está dispuesto a acoger en su seno abacial al descarriado, más que nada porque representa 9 millones de votos.

Goyo no matizó nada respecto a los nacionalistas, pero todos sabemos que su jefe de filas, a quien nunca desaira, se apoya en los nacionalismos para seguir gobernando y para su tarea exitosa, todo hay que decirlo, de aislar al Partido Popular.

Ahora bien, el tercer enemigo de España, la Iglesia, bueno, ese no tiene salida posible. No hay por donde cogerla. Es, simplemente, el enemigo a batir. Muy prudente ese matiz de la España civil, porque, efectivamente la Iglesia no es enemigo de la España clerical, no señor. Precisamente, las declaraciones de Goyo fueron publicadas en el diario el País, el periódico que inventó el formidable concepto de los padres laicos, para distinguirlos de los padres-curas, una especie ciertamente peligrosa, no por padres, sino por curas.

Está claro : la Iglesia es irrecuperable para las buenas causa. Y es, no lo olvidemos, el principal enemigo de España. La prueba del nueve de la veracidad del aserto goyeril es que hasta los nacionalistas, el otro enemigo, pero menos, también la considera su principal enemigo y que el Partido Popular, el recuperable, está marcando distancias contra la infamia y, como un Berlusconi cualquiera, sólo la utiliza en caso de necesidad.

Sin embargo, en esta corrida goyesca hay un punto que huele a contradicción, y eso me preocupa. De Zapatero, es decir, del jefe de Goyo, es la frase de que Los curas no pintan nada en España, nadie les hace caso. Digamos que la actitud zapateril tiene más de desprecio que de animadversión. El propio Rubalcaba, Rasputín de la Corte monclovita, deja siempre a un lado a los curas y los sustituye por el PP. Así, Rasputín acaba de aclarar que el PP miente cuando afirma que la familia está tocando a su fin. El PP, no la Iglesia.

Es decir, que la Iglesia no es más que una marioneta en manos del PP, la Iglesia no influye nada en España, pero no deja de ser el más recalcitrante e irrecuperable enemigo de la sociedad civil (supongo que también de los padres laicos). Al parecer, en esta corrida goyesca, el toro de los curas preocupa más de lo que parece. Y es que no cuenta con ninguna división.

Eulogio López