Sr. Director:

Estuve en este verano en la provincia de Murcia y fui consciente de la sensibilidad de las gentes hacia la necesidad de agua que padecían, volviendo a Barcelona, por la autopista, a la altura de la desembocadura del Ebro, pude observar la inmensa cantidad de agua que iba a parar al mar, todo sea por mantener el ecosistema del Delta del Ebro, que paradoja y que insolidaridad anteponer el bien de algunas aves, a las necesidades de las gentes, que excusa para esconder el gran egoísmo, de unos hacia otros.

Pero no es la única incongruencia, también disminuye el número de nacimientos de niños, y aumenta el número de perros y gatos, en familias jóvenes, no están dispuestos a sacrificarse por los primeros, pero si a recoger la caca que dejan en los suelos, los vacunan, los asean, y los educan para que obedezcan.

Decenas de miles de niños no llegan a nacer no por motivos médicos, si no por anteponer el bienestar personal a su vida, y luego nos movemos sensibleros hacia las focas, nutrias y otros animales sacrificados para obtener sus pieles, en cambio miramos para otro lado ante la gran cantidad de abortos de niños, que se producen todos los días.

Se ensalza, en lugar de compadecerse a los que se suicidan, como si fueran héroes, y los valientes de verdad, médicos científicos enfermeras y enfermos parapléjicos o quienes sufren otras enfermedades graves, que se esfuerzan día a día quedan en el olvido o son acallados por los medios.

Grandes medios de información, nos hablan de la falta de libertad, injusticias, de otros países u otros gobiernos, pero se hacen los despistados ante el drama de muchas familias del Carmelo.

Millones de personas mueren de SIDA, contagiadas en una gran medida, a causa de la promiscuidad e infidelidad hacia la otra pareja, y ni políticos, ni médicos, ni profesores, ni artistas, ni padres, ni madres, les hablan de lo que es quererse de verdad, reservarse para el amor de su vida.

Defienden el derecho de los homosexuales a tener hijos, aunque debido a su elección personal, no puedan tenerlos naturalmente, sacrificando el futuro de niños adoptados, que no les van a dar la posibilidad de elegir, quienes defienden a estos pobres niños.

Nos creemos que después de nuestra muerte nos van a valer nuestros cargos políticos, nuestro dinero, nuestros engaños, nuestras casas, coches y apartamentos, que pobres e ingenuos hombres y mujeres somos, ya nos enteraremos.

En cambio, los valientes, que se esfuerzan por ser congruentes, son generosos, se sacrifican por sus hijos, defienden su derecho a educarlos, hablan del autentico amor, hacia el cónyuge de sacrificarse por los enfermos, ancianos, del derecho a la vida, son puestos en sospecha, marginados, ridiculizados, insultados con todo lujo de medios multimedia.

Y esto es lo que llamamos la sociedad del bienestar, paren el tren que me bajo.

Carlos García

Carlos_h7@hotmail.com