La ministra de Educación, María Jesús San Segundo, se ha topado con su primera pregunta periodística difícil. Un representante de la canallesca le preguntó sobre la violencia en las aulas y la rebeldía de los adolescentes contra sus profesores y la agresividad contra sus compañeros. El problema se concentra especialmente en la Enseñanza Secundaria Obligatoria (entre los 12 y los 16 años) más que en el Bachillerato o en la Universidad.

Pues bien, la ministra no se refirió en ningún momento a una mayor disciplina, como reclaman los profesores de cualquier ideología o signo político, sino que habló de reforzar el contingente escolar con los graduados sociales y otros colectivos de apoyo. Gente dedicada, principalmente, a dialogar con los alumnos díscolos, en el contexto de una educación en libertad.

Cunde la sospecha de que al profesorado, intimidado por los alumnos adolescentes, no les va a gustar esa política de diálogo.