Poco a poco se va consumando la llamada Operación españolización del BBV, que encumbró a Francisco González (FG) a la Presidencia única del BBVA. Fue una operación dirigida por Rodrigo Rato en sus tiempos de vicepresidente económico, operación que comenzó con la fusión entre BBV y Argentaria y terminó cuando Francisco González, colocado al frente de Argentaria por el propio Rato, consiguió encontrar la excusa para expulsar al copresidente de la entidad fusionada, Emilio Ybarra y al consejero delegado, Pedro Luis Uriarte, y quedarse con todo el poder. De la misma forma que Emilio Botín compró con dinero su Presidencia única en el BBVA y expulsó a Amusátegui y Corcóstegui; FG consiguió la suya de forma más barata: utilizando la información que le había proporcionado su propio adversario, Emilio Ybarra, sobre la regularización de cuentas corrientes radicadas en el paraíso fiscal de Jersey desde los tiempos del Vizcaya.

El problema de Emilio Ybarra es que no contaba ni con el apoyo del PSOE es un hombre de derechas- ni con el del PP, que le consideraba un vasco y quería que su puesto fuera para el gallego FG. Así, Ybarra se quedó sin defensa política, tanto en el momento de autos como tras el regreso del PSOE a La Moncloa.

Por eso, con Ybarra se han ensañado de igual forma FG, el Banco de España, con un gobernador nombrado por Rato, o la Fiscalía Anticorrupción, aún dominada por los hombres del dimitido, pero aún influyente, Jiménez Villarejo, el peón de brega del sector más vengativo de la izquierda socialista, y amigo, en extraña alianza, de Pedro J. Ramírez. El director de El Mundo, el diario que con más entusiasmo ha alentado la defenestración de Emilio Ybarra.

Los teletipos aseguran que el denominado caso de las 'cuentas secretas' analiza la gestión de fondos extracontables del antiguo BBV por más de 37.500 millones de pesetas (unos 225 millones de euros), que salieron a la luz tras la fusión del BBV y Argentaria. Dicho así, tal parece que Ybarra ha metido la mano en la caja, lo que no es verdad. Lo cierto es que son cuentas procedentes de la operación de Cartera Central, el día en que Pedro Toledo, entonces presidente del Vizcaya, pactó con KIO su salida del accionariado del banco, y envió autocartera a varios paraísos fiscales, entre ellos Jersey. Ese dinero continuó en el Canal e Ybarra cometió el error de utilizarlo para pagar, entre otras cosas, participación en beneficios a los consejeros de BBVA (como cobran todos los consejeros bancarios, sólo que de fuentes no opacas fiscalmente). Llegó un momento en que el presidente del BBV, ya fusionado con Argentaria en el BBVA, decide regularizar la situación, tanto contable como fiscal, repatriando el dinero. Se lo comenta, cuestión sinceridad, al co-presidente- a FG y al Banco de España, y, al menos el primero, aprovecha para denunciar el hecho y para expulsar al presidente, al consejero delegado y a todos los consejeros del BBVA, entre ellos todas las familias de la aristocracia financiera de Neguri, así como un grupo de VIPS, como Alicia Koplowitz, Alfonso Cortina o los Entrecanales. Estos últimos aún no le han perdonado. Después de aquella limpia, el Consejo del actual BBVA no es más que el consejo de la antigua Argentaria, sin más acciones que el mínimo exigido por los estatutos de la entidad, fidelísimo a su presidente. Alguien ha dicho que el único error de Ybarra fue comentarle a FG algo que no tenía por qué haberlo comentado, de la misma forma que FG se cuidó muy mucho, con la fusión, de hacer borrón y cuenta nueva de operaciones que pudieran generar polémicas, y de las que no ha quedado ni rastro. 

Y además, el asunto acabó en los tribunales. La Fiscalía Anticorrupción solicita ahora dos años para Emilio Ybarra, tres para los vicepresidentes Pedro Luis Uriarte, José Domingo Ampuero y Gervasio Collar (nacionalista el primero, españolistas los otros dos) y la nota de color: la Fiscalía reclama dos años para Emilio Bastida como colaborador necesario. Aclaremos que Bastida ha sido uno de los ejecutivos más honrados del BBVA, no un consejero, que nunca recibió un euro de las cuentas de Jersey y que fue el ejecutor de las órdenes que recibía. 

Esperemos que el tribunal rectifique al fiscal, porque los acusados no se han lucrado con el dinero de Jersey, aunque, eso sí, al ocultar esa partida en sus cuentas anuales y al Fisco, han cometido un delito. Cuando Ybarra intentó regularizarlo, FG se aprovechó de ello.

Por cierto, la Fiscalía Anticorrupción, tan celosa en el presente caso, se muestra sorprendentemente ausente en el caso de las cesiones de crédito del Banco Santander, cuyo principal implicado es Emilio Botín.