En la nueva nota, excluye las relaciones bilaterales, que no deberán ser previamente censuradas.

En 24 de diciembre, Nochebuena, porque al presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Manuel Conthe, no le gusta rectificar, el presidente de la CNMV colgó de la página WEB del órgano regulador de los mercados españoles su rectificación. Vean la primera nota, enviada al presidente de la Asociación de directores de Comunicación, Borja Puig de la Bellacasa, y lean la rectificación. Por de pronto, se aprecian dos diferencias: han desaparecido los periodistas, tal y como le exigió la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), la alusión a los medios de comunicación del párrafo segundo, han desaparecido, sustituidos por miembros del mercado, una denominación ambigua pero que, de cualquier modo no afecta a los periodistas. A partir de ahora, se aplica la censura previa a analistas e inversores. Allá ellos si la aceptan.

En segundo lugar, se excluyen de forma explícita las relaciones bilaterales. Tal y como estaba redactada la primera nota, se suponía que toda conversación entre, pongamos por caso, un portavoz de una empresa cotizada un periodista económico debía ser sometida a la censura previa de la CNMV. Ahora Conthe especifica que no : que se refiere a las reuniones de una empresa cotizada con analistas e inversores a los que, en efecto, se les somete a censura previa . Cómo podrá un analista a quien la información facilitada por un conejero delegado le suscite una duda, preguntar por ella a los directivos, sin comunicación previa a la CNMV, es un misterio que nadie conoce, pero ya no es un atentado contra la libertad de prensa, sino contra la libertad de expresión en el ámbito financiero.

Eso sí, Conthe mantiene los equívocos, justificando su actitud en usos y costumbres de otros mercados financieros. El parangón no es cierto. Las reuniones con analistas están vigiladas por los órganos rectores por si pudieran ser utilizadas para invertir en bolsa con ventaja. Pero, a priori, sólo se especifica cuáles son las cuestiones que no deben tocarse antes de que sean conocidas por todos los operadores del mercado al mismo tiempo a través, precisamente, de los órganos reguladores.

En cualquier caso, los periodistas quedamos fuera. Ahora el problema es de los dircom, analistas, inversores, gestores de cartera, etc. En definitiva, el problema ha dejado de ser periodístico y ha pasado a ser de las empresas cotizadas.