Lo malo que tiene la naturaleza es que es muy terca. Para cada función ha creado un órgano y se empecina en que esos órganos sirvan para la función para la que están asignados. Y lo que es lo mismo, sólo que al revés, a cada órgano le otorga una función, y no tolera que nadie la modifique. Para mí que la tal naturaleza es un pelín fascista. Los semovientes tienen patas y los pájaros alas, que no se nos ha ofrecido a los humanos porque las acciones de Iberia se hundirían en Bolsa y claro, eso no puede ser. La naturaleza no admite la menor réplica al respecto, y no necesito decirles que esto es muy lamentable.
Y esto es bello e instructivo, porque ahora es cuando esa maravilla de Internet llamada Noticias Globales, punta de lanza del ese todoterreno argentino llamado Juan Claudio Sanahuja, nos explica lo siguiente: el Nuevo Orden ha decidido modificar sobre la marcha el listado de derechos humanos. La cosa empezó con el aborto, que, de ser un mal necesario, una cosa horrible pero que convenía no castigar con penas de cárcel, se ha trasmutado en derecho inalienable de la mujer: el derecho a cargarse a su propio hijo antes de que este pueda defenderse. Y así, el derecho a la vida ha sido sustituido por el derecho reproductivo, que suena fatal, pero sólo porque es mucho más moderno, y la modernidad no tiene por qué ser eufónica.
Pero a la sopa le faltaba alguna especie. Se notaba que la habitación no estaba bien ventilada. Así que al derecho reproductivo se ha unido el derecho a la identidad de género -¡Pero qué cursis son los progres!-. Sanahuja tiene las pruebas: "Entendiendo que la ‘identidad de género' se refiere a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que la misma sea libremente escogida) y otras expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales".   Pues no hay tu tía. La naturaleza, empecinada, recalcitrante, se empeña en seguir creando a unos seres humanos con zanahoria y a los otros con almeja, dicho sea con el mayor de los respetos. El hecho de que la zanahoria encaje a las mil maravillas en la almeja no desalienta a los esforzados trasformadores de los derechos humanos "en clave homosexual", sino que, por el contrario, les anima a pasar por encima de tan lamentables apariencias hacia los grandes espacios abiertos, que dirá el gran Wodehouse. Bueno, no exactamente abiertos, pero ustedes ya me entienden.
Ahí está el enemigo, queridos gays. No son los curas no, ni tan siquiera el sentido común, sino la naturaleza, que no atiende a razones ni está dispuesta al cambio ni al progreso. Se lo digo yo: la naturaleza es fascista.
Eulogio López   eulogio@hispanidad.com