• Y se está planteando el cambio.
  • Hablamos de autopistas, AENA, RENFE y Adif, etc.
  • Pero la concesión lleva aparejado el pago por uso, sea a los particulares o a la empresa usufructuaria de la concesión.
  • El doble problema de la opción privatizadora: nadie quiere estar en minoría y si cedes la mayoría te conviertes en regulador del nuevo propietario privado.

¿Privatizar o concesionar Esa es la cuestión que aborda la ministra de Fomento, Ana Pastor (en la imagen). Y es que la privatización, por ejemplo la pretendida en aeropuertos AENA o en la nueva Empresa Nacional de Autopistas (ENA). En ésta última, todo indica que el acuerdo es difícil y que las empresas, ni constructoras ni concesionarias, no cederán en sus demandas jurídicas si antes no se les asegura la cobertura de las pérdidas latentes -o no tan latentes-.

En Aeropuertos Españoles, el plan de José Manuel Vargas consiste en privatizar un 49% del conjunto de los aeropuertos, cuando los posibles postores pretenden, o bien conseguir la mayoría o bien sólo están interesados en aeropuertos concretos, en los buenos, especialmente Barajas y El Prat. Y al ser públicos, a ser posible, ambas cosas. Lo que las empresas proponen es que el Estado mantenga la propiedad y otorgue en contrata la gestión de los distintos aeródromos a cambio de un canon.

Y algo parecido ocurre con RENFE-Adif. La privatización marcha a ritmo lento y es el Estado el que corre con el coste de la reconversión.

Y junto a la privatización, el pago por uso. No nos engañemos: una tasa no es sino un nuevo impuesto, pero al menos es selectivo: afecta más a quien más utiliza carreteras, trenes o aviones. Y, por tanto, es más justo.

ENA y AENA van a ser la prueba de fuego. Si sus privatizaciones resultan inviables Pastor virará hacia la concesión.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com