La ministra de Educación, María Jesús Sansegundo, anunció a bombo y platillo que la reforma educativa se realizaría con el máximo consenso y escuchando a todas las partes implicadas. Para ello, se utilizó por vez primera internet como herramienta para conocer las opiniones del sector en torno a la reforma educativa que pretendía impulsar el Gobierno. 

Vuelta a empezar. Porque la Ley de Calidad que aprobó el anterior Ejecutivo a última hora fue el fruto de una labor de consenso ímproba, donde padres y educadores tuvieron un papel esencial. La reforma había sido consensuada con los de la tiza. Se regresaba a la cultura del esfuerzo y a la disciplina.  

Pero -la política es así- todo el esfuerzo fue a la papelera y el Gobierno ZP volvió a inventar la rueda. Eso sí, con sectarismo. Por eso, Sansegundo declaraba a Hispanidad.com que las firmas recopiladas por la CONCAPA se tendrían en cuenta "igual que otras sugerencias que llegan a su Departamento. O sea, para la ministra, el clamor de 3 millones de padres y del 80% que ya escogen la asignatura de Religión para sus hijos no vale nada. Por cierto, entre ese 80% se encuentra el propio Zapatero. Sonsoles obliga.

El sectarismo lleva a que de las 700 enmiendas presentadas por los colectivos afectados por la reforma educativa, sólo hayan sido aceptadas 13. Igualmente, de los 150 consejeros que asisten al foro de educación por parte de las distintas Comunidades Autónomas, sólo 18 podrán participar. Eso es democracia y mano tendida.