No sé yo si quedó claro lo de las mangueras de la edición anterior, así que insisto y persisto en eso de los signos de los tiempos. Leopoldo Calvo Sotelo -probablemente el único presidente instruido con el que hemos contado en la España democrática- fue quien sentenció que "la degradación comenzó cuando la química sustituyó a la física". ¡Cuánta razón tenía el prócer oriundo de Galicia! Pues lo mismo podríamos decir de cuando la sociología sustituyó a la filosofía, que es lo mismo que decir, cuando la preocupación por el hombre fue sustituida por los desvelos por la humanidad.

Por las mismas, antaño, en el Medievo, cuando Europa era inteligente, no se hablaba del don para conocer el signo de los tiempos, que es una realidad colectiva, sociológica, sino de la capacidad de discernimiento, especialmente de quienes poseían el don del discernimiento de espíritus.

En  plata: capacidad para distinguir lo bueno de lo malo y al santo del charlatán, o al místico del satánico. Mucho me temo que un gañán del Medievo tenía más capacidad de discernimiento que nuestros modernos intelectuales. Por no hablar de nuestros tertulianos, que son los intelectuales de hoy… y que confunden los signos de los tiempos con la última remodelación gubernamental.

El equívoco entre discernimiento de espíritus y capacidad para conocer el signo de los tiempos es lógico. A fin de cuentas, el propio Cristo emplea una expresión a medio camino entre una y otra (Lc 12, 56-57): "Hipócritas, sabéis juzgar del aspecto de la tierra y el Cielo, ¿pues cómo no juzgáis del tiempo presente ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo"

Un año de Francisco como Papa, elección de monseñor Blázquez como presidente de la Conferencia Episcopal. (Ambos en la imagen). Lo del Papa es más importante, claro, y es un cargo que conlleva gracia de Estado. Y, en cualquier caso, es un hombre con virtudes egregias.

El nombramiento de Blázquez al frente de la Conferencia es menos importante, pero podemos decir lo mismo: es un hombre de bien, que demuestra un corazón que no le cabe en el pecho. Y, de entrada, yo no soy quién para juzgarles. No soy su maestro, soy su alumno. Además, ¿juicios, conservadores o progresistas, sobre Francisco o sobre Blázquez Igual me da que me da lo mismo. Suelen ser juicios que compiten en majadería. Lo que se le pide a la jerarquía eclesial, hoy, ayer y mañana, es capacidad de discernimiento o, si lo prefieren, saber enjuiciar los signos de los tiempos. Ser nuestros pastores. 

¿Qué tiempos nos ha tocado vivir Lo citaré con palabras de Jesús a la madrileña Marga: "Con Cristo viene el Reino de Dios a los hombres. Lo que pasa es que aún no ha tenido su final cumplimiento. Vosotros veréis el reino de Dios, para eso os preparo. Conmigo empezó ese reino, con vosotros se termina… ¿Sabes hija qué será que la creación entera grite con dolores de parto Será el cataclismo. Graves cataclismos que se llevarán por delante muchas obra consideradas 'de arte'. Se llevará por delante vidas humanas y todo volverá a renovarse, volverá a nacer. Preludio de esa naturaleza es Medjugorje… parto doloroso, perro culmina en el gran gozo de la Parusía, mi Segunda Venida".

En mi opinión este es el signo de los tiempos. Revelaciones extraordinarias para tiempos extraordinarios. Tarea del pastor sensato es saber predecir el clima de los tiempos, para advertir al rebaño y ponerle a salvo en caso de helada o tormenta. El resto es cosa de su alma, de salvarse o condenarse. Como todos, curas y laicos.

Pero recuerden que nos salvamos o nos condenamos, todos, incluidos el Papa Francisco y el obispo Blázquez, de uno en uno, y que la única reforma que necesita la Iglesia es la conversión de todos y cada uno de sus miembros. Aquí vuelto a citar esa anécdota que ya he contado otras veces sobre Teresa de Calcuta, cuando alguien le preguntó: ¿Qué es lo que primero que debe cambiar en la Iglesia A lo que la santa respondió: "Usted y yo".

Y dicho todo esto, si en algo contradijera yo al Papa la razón la tendría Francisco, no el Eulogín. Y lo mismo puede decirse respecto a Blázquez. Para un cristiano, el Magisterio lo marca el Papa y los obispos, éstos últimos sólo en el caso de que no contradigan al Papa. Así que si yo digo A y el Papa B, no lo duden: la verdad está en B.

En materia de fe y moral, se entiende. Porque de fútbol y de toros estos dos no tienen ni idea. En estas dos materias trascendentales no escuchen a otro que a don Eulogio.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com