A medida que se aproxima la Manifestación de 18-J en defensa e la familia, el lobby gay, que se caracteriza por su mala leche, se pone más nervioso y más violento aún. Hasta ahora estaban tranquilos, porque el Sistema está con ellos: son lo políticamente correcto. En otras palabras, creían, al igual que el Gobierno, que la convocatoria del Foro de la Familia iba a ser un fracaso, así que hicieron lo de Polanco : despreciar al enemigo, si no sales en El País, muchacho, simplemente no existes.

Los insultos y amenazas recibidas en Hispanidad se han extendido a las organizaciones del Foro y a la plataforma Hazteoir, sin que el Gobierno haya hecho otra cosa que mirar hacia otro lado. La última del lobby ha sido aprovechar la celebración del Carnaval de Carlinhos Brown ha sido aprovechado por el lobby gay. No está mal: se califica de intolerantes a las familias con el dinero de Telefónica, quien se ha visto obligada a declarar que el Carnaval nada tiene que ver con los cachorros.

Pero lo más importante es el sustrato doctrinal de toda esta imbecilidad socialita del matrimonio gay. Ideas confusas van y vienen, y las solemnes chorradas en cuentan albergue en los medios informativos calificado como serios. Por eso, conviene insistir en la solemne majadería del matrimonio gay, tanto como el lobby gay y sus valedores se empeñan en presentarlo como una conquista de libertad.

Veamos. ¿Cuántas parejas existen en España según el Instituto Nacional de Estadística? ¿El 10% como dicen gays y lesbianas organizados? ¿El 3%, como susurran los socialistas que les apoyan? No, el 0,09%. La razón es muy simple: apenas existen parejas homosexuales estables. No duran lo suficiente para ello. Los contactos homosexuales porque, eso sí, son muy promiscuos- son ligue de una noche, emparejamientos fugaces y atolondrados.

Entonces, ¿Zapatero ha montado toda esta parafernalia, ha puesto en marcha una ley, etc., para un 0,09% de la población? Pues sí, o eso o poco más, dado que supongo que muchos homosexuales querrán perpetrar matrimonio más que nada por fastidiar. Como informaba Hispanidad en su edición del jueves, ni siquiera la propia Beatriz Gimeno, presidenta de la Federación de Gays y Lesbianas de España, quiere casarse. ¿Por qué habría de querer? Es decir, que todo este montaje es un fraude. Por cierto, siempre según las estadísticas oficiales. Las parejas de lesbianas apenas superan el 10% del total de parejas homo.

Segunda cuestión. ¿Por qué se opone la Iglesia y otras muchas persona e instituciones, a la homosexualidad oposición previa a la del matrimonio gay? ¿Por qué dice que se trata de algo antinatural? Pues porque lo dice la naturaleza. Insisto : el sexo homo consiste en introducir el pene en el ano, y la naturaleza no ha preparado al ano para la penetración. Por el ano salen las heces, no conviene meter nada. Y si se hace, la naturaleza se rebela y se venga con patologías -como el SIDA-, con personalidades destrozadas -como la de la mayoría de gays y lesbianas-y con infertilidad.

Y esta es la tercera cuestión que revela la barbaridad de la homosexualidad: la homosexualidad constituye el suicido de la raza humana. La homosexualidad es parásito de la heterosexualidad. Gracias a esta última pervive la raza humana y pervive la familia. Gracias a que existen familias heterosexuales, existen solteros homosexuales.

La tendencias homosexuales son eso : tendencias, perfectamente controlables. Puede abandonarse la homosexualidad como puede abandonarse la bebida. Nadie nace homosexual pero, sobre todo, nadie tiene por qué morir homosexual. Nadie es irrecuperable para volver a los dos únicos sexos existentes: hombre o mujer. Lo malo es que, si en lugar de animar al homosexual a regresar a su naturaleza, sea esta masculina o femenina, le jaleamos para que permanezca en su patología entonces surge el orgullo gay. Y este es el zarpazo más grave de la política gubernamental: con la ley del matrimonio gay, Zapatero insulta la familia, pero, aún antes que eso, golpea al colectivo homosexual, e incapacita a la sociedad para echarle una mano en la única dirección que puede salvarle: el regreso a su naturaleza, ahora degradada.

Eulogio López